Cómo son los protocolos que deberán seguir los médicos en Argentina si colapsa el sistema de salud

Son criterios regulados por las autoridades sanitarias para enfrentar la dramática definición de a quién asistir con respirador y a quién relegar. Qué deben analizar los Comités de Ética para decidir. La experiencia europea en la primera ola del año pasado

En caso de que dos o más enfermos al mismo tiempo necesiten ser internados en terapia intensiva y exista, por ejemplo, una sola cama, los hospitales deberán resolver. Minuto a minuto, a través de sus Comité de Ética, tendrán que seleccionar que paciente la recibirá primero y quién será relagado. El dramatismo que se vive en los centros de salud del conurbano bonaerense y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ya genera debates y planteos de principios morales entre los profesionales que, como ya ocurrió en otros países, deberán caminar por la fina línea de decidir a quién se le brinda los escasos recursos terapéuticos que le pueden salvar la vida y a quién no.

El problema no es elegir a qué paciente salvar, sino después no tener culpa. Ese es el límite de la ética”, planteó, con pesadumbre, un prestigioso intensivista que observa con angustia las dos únicas camas, de 10, que le quedan en la Unidad de Terapia Intensiva (UTI) que dirige desde hace 12 años.

Con la frialdad que se le reconoce a los médicos por lidiar a diario con los padecimientos que se transitan en una unidad de terapia, cuando las preguntas requieren un mayor grado de precisión, el mismo especialista responde: “El principal indicador para no asignarle a un paciente los recursos críticos disponibles y a otros sí es, primero, la certeza de la cercanía del óbito (fallecimiento)”.

La definición choca con una intensidad traumática. Y surge en momentos en que los sistemas de salud públicos y privados del AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires) empiezan a tocar sus límites.

En teoría, en cada hospital porteño y de la provincia de Buenos Aires hay protocolos que reciben distintos nombres, como el de “última cama”, que deben seguir los profesionales de la salud en situaciones límites, como la que se puede desatar si la segunda ola de contagios y hospitalizaciones por coronavirus no empieza a ceder.

Los protocolos de bioética están basados en certezas científicas, pero también aborda cuestiones morales y éticas. Describe criterios, por ejemplo, de “respeto igualitario” y de “no discriminación”, para los pacientes en igual oportunidad de sobrevida (Foto: Franco Fafasuli)Los protocolos de bioética están basados en certezas científicas, pero también aborda cuestiones morales y éticas. Describe criterios, por ejemplo, de “respeto igualitario” y de “no discriminación”, para los pacientes en igual oportunidad de sobrevida (Foto: Franco Fafasuli)

El protocolo vigente

En algunos centros de salud, esas normas están escritas. En otros no, pero toman como marco general las recomendaciones realizadas por el Comité de Ética y Derechos Humanos en Pandemia COVID-19. Se trata de un organismo autónomo, creado por la resolución 1092 del Ministerio de Salud de la Nación, del 23 de junio del 2020, elaborado a instancia del entonces responsable del área, Ginés González García.

Las recomendaciones están basadas en certezas científicas, pero también aborda cuestiones morales y éticas. Describe criterios, por ejemplo, de “respeto igualitario” y de “no discriminación” para los pacientes en igual oportunidad de sobrevida. Es decir que no se debería decidir si a un paciente se le asigna o no un respirador por su raza, credo, condición sexual o social, entre otras.

Los profesionales de la salud se enfrentan en estas horas a un laberinto estudiado en los libros y al que ninguno espera enfrentar. Los recursos ante la segunda ola de coronavirus, que en las últimas 24 horas se cobró 557 vidas, son finitos, hay determinadas plazas de terapia intensiva operativas y una cantidad definida de respiradores mecánicos, pero al mismo tiempo circunstancias infinitas para resolver en un breve lapso.

La ferocidad de esa realidad, está marcada por los informes periódicos que el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, recibe de Daniel Gollan, su ministro de Salud.

El informe que disparó las alarmas fue el del miércoles. Revelaba la saturación en el sistema de salud público y privado, que llegaban al extremo de no tener camas para atender los casos más graves y forzar derivaciones a otras jurisdicciones, un trámite que podía demorar horas, o días, a pesar de la urgencia. Hay municipios que tienen sus terapias intensivas colapsadas. El nivel de ocupación supera el 93 por ciento. La situación en clínicas y sanatorios es peor, fluctúan entre el 95 y el 100 por ciento, precisa el documento publicado por Infobae.

Los profesionales de la salud se enfrentan en estas horas a un laberinto estudiado en los libros y al que ninguno espera enfrentar (Maximiliano Luna)Los profesionales de la salud se enfrentan en estas horas a un laberinto estudiado en los libros y al que ninguno espera enfrentar (Maximiliano Luna)

Alerta y cumbre urgente

El riesgo de colapso sanitario empujó a que ayer, y fuera de agenda, el presidente Alberto Fernández y el gobernador bonaerense se reunieran durante dos horas y media en la Casa Rosada para analizar la situación por el COVID-19 en la provincia de Buenos Aires. En particular, evaluaron medidas de emergencia para ampliar la cantidad de camas en hospitales ante la preocupación por el posible desborde del sistema de salud bonaerense.

No hay un protocolo escrito ni definido para esta situación, y a la que podemos llamar, la del ‘último respirador’Lo que prima en todos los hospitales es el criterio médico. Llegada a esa situación extrema, el médico de acuerdo a su experiencia y criterio, y dentro del Comité de Ética, dirá lo que ninguno de nosotros quiere decir: ‘Este paciente tiene más posibilidades de andar bien, y este menos posibilidades. El respirador es para este enfermo y no para este otro’. Una situación que a los médicos de la Argentina todavía no nos tocó enfrentar, y que espero que no nos toque”, reflexiona ante este medio, Jorge Gilardi, Presidente de la Asociación de Médicos Municipales y médico del Hospital Piñero.

Su criterio va en consonancia con lo que también está previsto en la provincia de Buenos Aires. “Se le otorga el recurso escaso al paciente que, si lo utiliza, tiene más posibilidades de sobrevivir”, explica a Infobae una de las asesoras jurídicas del ministro Gollan y profundiza: “Cuando en Europa ocurrió el colapso sanitario, cada vez que se liberaba un respirador, se emitieron diferentes protocolos, con variables de criterios como scores de mortalidad, características de pacientes al ingreso, que asignan un puntaje que predice o estima qué chances tiene cada paciente de sobrevivir, para ver a quién se le asignaba el respirador que quedaba. De eso se tratan los ‘Protocolos de última cama’, o ‘Protocolo de prioridad de cama crítica’, entre otros nombres y variantes”.

La funcionaria, también le asegura a este medio que “por lo general cada institución tiene su propio protocolo porque no tienen un marco legal específico, por eso cada hospital tiene el propio, y son de manejo interno” .

“En situaciones extremas, si se presentara un gran número de personas con similares probabilidades de beneficiarse por el ingreso a cuidados intensivos, la elección aleatoria (al azar) sería el proceso más justo. El criterio “primer llegado, primer ingresado” debería ser el aplicado, sostiene el protocolo bioético del ministerio de Salud.“En situaciones extremas, si se presentara un gran número de personas con similares probabilidades de beneficiarse por el ingreso a cuidados intensivos, la elección aleatoria (al azar) sería el proceso más justo. El criterio “primer llegado, primer ingresado” debería ser el aplicado, sostiene el protocolo bioético del ministerio de Salud.

La experiencia europea

La asesora jurídica del ministerio de Salud bonaerense, cuando hablaba de Europa, se refería, por ejemplo, a que en la Lombardía italiana, donde el sistema de salud estalló en los primeros meses de la pandemia, los doctores trataron de utilizar la guía publicada por el gobierno el 6 de marzo de 2020.

Estaba pensada exclusivamente para operar en un contexto de catástrofe y hacía hincapié en la necesidad de considerar la edad de aquellos pacientes internados en unidades de terapia intensiva, siempre que no hubiera lugar para todos.

El argumento central detrás de ese precepto es que las personas jóvenes tienen mayores probabilidades de sobrevivir a un tratamiento invasivo como una intubación, además de una mayor expectativa de vida. De modo que priorizarlas permitiría salvar más vidas, que es siempre el objetivo primordial.

Pero la edad por sí sola no alcanza como criterio. Porque un paciente más joven puede tener una afección crónica que reduzca sus perspectivas de sobrevida. Por otro lado, tampoco tendría sentido darle un respirador a alguien que tiene un cuadro menos severo sólo porque tenga menos años.

La edad es decisiva sólo si las dos personas internadas tienen el mismo riesgo de muerte en caso de no ser atendidas, y la más joven tiene una base de salud que le permitiría vivir más años en caso de recuperarse.

En España, que también pasó por semanas de máximo estrés durante la primera ola, la Sociedad Española de Medicina Intensiva Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc) publicó en marzo de 2020 una guía ética para orientar a los médicos. La premisa básica es “priorizar la mayor esperanza de vida”, pero aclara: “con calidad”.

 

 

 

Fuente: Infobae

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