Tedeum 9 de julio: «abramos los ojos y nos quitemos de mandones y unamos nuestro pensar a una verdadera defensa de nuestras libertades.»

Así se expreso Monseñor Nicolás Baisi en la homilía del Tedeum de hoy 9 de julio en la Catedral Virgen del Carmen en Iguazú, con la presencia del Gobernador de Misiones Dr Oscar Herrera Ahuad, el intendente de Iguazú Claudio Filippa y ministros del gobierno provincial

Iguazú (LaVozDecataratas) Me parece ser tiempo que abramos los ojos y nos quitemos de mandones y unamos nuestro pensar a una verdadera defensa de nuestras libertades.
Así se expresaba en 1814 Domingo Manduré desde Mandisoví a la requisitoria de Don José Gervasio Artigas a fin de convocar al año siguiente un Congreso de los Pueblos libres en Arroyo de la China, actual Concepción del Uruguay. Desde que somos chicos, se nos inculcan en la escuela dos verdades casi de carácter bíblico revelado… Estas son: que la patria nació un 25 de mayo de 1810 y que fue independiente un 9 de julio de 1816.
Sin embargo, con el paso del tiempo aprendimos que la patria no nació un 25 de mayo de 1810, sino que nació el día en que fue concebido en estas tierras, el primer niño cuyos padres amalgamaron su sangre en una nueva raza, que el mundo llamó americana.

Y que nosotros…permítanme decir… que nosotros misioneros no fuimos independientes, desde un 9 de julio de 1816, sino desde un 29 de junio de
1815, cuando Andresito Guacurarí gobernaba Misiones y cuando José Gervasio Artigas conducía los designios de estos pueblos del litoral, cuando
los diputados de los Pueblos Libres de Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe, la Banda Oriental y Córdoba, nos declararon libres de toda dominación extranjera.

Porque la historia no existe en compartimientos estancos, sino en una larga sucesión de hechos, que comienza con la Creación del universo por parte de Dios y nos conduce inexorablemente hacia la Parusía, hacia el final de la historia de Adán y sus hijos, cuando Jesucristo vuelva a juzgar a vivos y
muertos.
Por eso nuestra historia como sociedad política organizada, debe entenderse en un contexto continuo, vivo y actual, donde un 9 de julio de 1816 no
hubiera existido sin un 29 de junio de 1815, sin una Asamblea del año 13, sin un 25 de mayo de 1810, sin un 5 de julio de 1807. Nosotros, reunidos para dar gracias como pueblo de Dios, debemos implorar por todos aquellos hombres y mujeres que entregaron su vida en nuestra Patria en aras de la verdad, único fundamento real de la libertad.

Debemos rogar por los congresales del 9 de julio de 1816, pero como misioneros, rogar también por el pueblo sencillo que es quien forja la historia.
Rogamos por ellos en la memoria de los diputados misioneros de los cabildos indígenas, de Santa María, San Javier, Santos Mártires, San José, San Carlos, Apóstoles, Santo Tome, la Cruz y Yapeyu.

A todos ellos en la persona de Andrés Yacabú, único diputado misionero de 1815, cuyo nombre llega a nuestra orilla del tiempo. Recordar, celebrar, agradecer y pedir perdón por los pecados que jalonan nuestra historia, es un deber que a los hombres que creemos en la inmortalidad del alma, la Vida Eterna y el Juicio de Dios, nos obliga nuestra condición de cristianos. Damos gracias a Dios e implorar por todos los héroes de la Independencia del 9 de julio de 1816, 29 congresales de los cuales 11 eran clérigos, y de tantos hombres que entregaron su vida por la libertad de esta patria argentina
Es tiempo, también ahora, que abramos los ojos y nos quitemos de mandones y unamos nuestro pensar a una verdadera defensa de nuestras libertades, decía Manduré.  Hoy nuestras libertades están en peligro de modo distinto que dos siglos atrás.

Antes eran los ejércitos los que imponían el yugo de países extranjeros, que buscaban nuestras riquezas para su provecho. Hoy la libertad se puede perder de otros modos. El yugo de poderes extranjeros puede llegar a través de diferentes presiones políticas, económicas y culturales.
Nuestra patria y nuestra provincia sufren todas esas presiones, en un mundo cada vez más globalizado y comunicado, las culturas extrañas avasallan la cultura propia.

Misiones es una tierra fecunda, un jardín de Dios dado al hombre para que lo cuide y cultive, a Dios tendremos que rendir cuentas de nuestras acciones. Tierra fecunda con variedad de árboles que da existencia a la majestuosa, exuberante y bella selva misionera. Una belleza fundada en la variedad y unidad.
También en su gente Misiones es especial. Desde hace más de 400 años, la variedad de personas y culturas ha dado lugar a una belleza propia.

La cultura guaraní, unida a la fe cristiana de los primeros evangelizadores, donde se destacan los jesuitas con la maravillosa y siempre sorprendente gesta de las Misiones del guayrá que dieron luz a una vida única, por su riqueza fundada en la asunción de la cultura guaraní por la fe cristiana dando origen a una cultura especialmente fecunda y bella.

Luego un periodo difícil de invasiones, expulsiones, luchas, desencuentros para volver a ser fecundada esta tierra por las inmigraciones internas y de
pueblos europeos que huían de las guerras buscando una tierra donde poder vivir en paz con el fruto de la tierra fecunda y el trabajo generoso. Muchas culturas, muchas nacionalidades, mucho esfuerzo, cultura del trabajo, cuidado mutuo, concordia y solidaridad arraigada.

Como la selva misionera une en sí diferentes tipos de árboles en una unidad bella y fecunda, así la población misionera aúna en sí diferentes culturas y
nacionalidades en una sociedad especial, pujante y trabajadora. Así como Dios fecunda esta tierra con lluvias generosas, así también Dios ha fecundado esta tierra con la Fe en Cristo, su Hijo hecho hombre, Camino Verdad y Vida. Así cómo es posible destruir la creación de Dios si no entendemos que es un regalo de El para nosotros, si no entendemos que Dios nos puso en este jardín para que lo cuidemos y cultivemos. Si no entendemos que somos administradores de la creación, la vamos a destruir con nuestro egoísmo y ambición.

En cambio, si descubrimos en la creación del Don de la sabiduría del Creador podemos respetar esa sabiduría y hacer la tierra fecunda. Pero si negamos la sabiduría de la creación y queremos hacer con ella según nuestro egoísmo y capricho vamos destruir la creación de Dios y la vamos a convertir en un desierto desolado e infecundo.

Tenemos que abrir los ojos como decía Manduré Tenemos que respetar la creación de Dios, la Naturaleza en los bosques, ríos, aire, animales…. tenemos que cuidar la Casa común como dice el Papa Francisco en la Encíclica Laudato Sí. Del mismo modo tenemos que cuidar la ecología del hombre.

No podemos hacer con nosotros mismos lo que se nos ocurre, sino que tenemos que respetar nuestra propia naturaleza. Debemos respetar el ser que
Dios nos dio a cada uno, en nuestra propia individualidad en nuestro ser fecundo por el amor complementario del varón y la mujer. No hacemos con
nuestra vida lo que queremos, también nuestra vida, nuestra naturaleza, es un don de Dios para nosotros, debemos, cuidarla y cultivarla.
Tenemos que respetar la vida de los animales, que Dios nos dio, y más todavía debemos respetar la vida de nuestros hermanos, aunque todavía no hayan nacido y estén en el vientre de su madre. Debemos cuidarnos mutuamente hasta la muerte natural. Debemos cuidar a nuestros mayores. Una sociedad que no cuida a los más débiles difícilmente puede recibir el nombre de sociedad avanzada y civilizada.

Dios nos dio esta tierra generosa, nuestros mayores supieron luchar por ella, liberarla de toda dominación extranjera para que pueda ser fecunda y al
servicio de aquellos que la habitan y trabajan. Misiones es tierra fecunda y con cultura de trabajo, solidaridad y paz. No debemos permitir que la cultura de la vagancia y el resentimiento, que van de la mano, la corrompa. Don de Dios y trabajo del hombre hacen fecunda la vida. Ambas cosas, don y tarea.
Nosotros tenemos la responsabilidad frente a Dios y frente a nuestros mayores, a quienes hoy recordamos, de mantenerla libre de toda dominación
extranjera. Saber respetar la Naturaleza que Dios nos dio, en los bosques, en los árboles, en los hombres, varones y mujeres, en nuestra vida social, para que podamos vivir en paz en esta tierra y alcanzar la vida eterna Dios nos pedirá cuentas al final de nuestras vidas como al agricultor del
evangelio, pidámosle poder ser ricos en obras para Él y para nuestros hermanos.

Finalmente, es un deseo de padre y pastor, especialmente del norte de esta bendecida provincia, que cada niño misionero que se gesta en el vientre de
una madre sea recibido con amor y educado en los verdaderos valores que  hicieron grande a esta patria argentina. Que enseñemos a nuestros niños y a nuestros jóvenes a ser hombres libres, libres de las ideologías y presiones de turno, enseñémosles la cultura del trabajo honrado, del amor a la patria y el respeto a las instituciones y a las leyes. Enseñémosles la libertad del que no es  esclavo del dinero, del poder, de la ambición, de la mentira… enseñémosles la libertad de una vida limpia, vivida en la familia y en el marco de una sociedad justa y solidaria. Y por último enseñémosles la fe que nos legaron nuestros mayores, la fe que nos hace respetar al hombre cómo a verdadero hijo de Dios, la fe que nos da la dimensión de lo que se construye y se sacrifica para otros, la fe que nos hace mirar con amor a los necesitados y no pasar de largo ante las miserias de nuestros hermanos, la fe que nos hace libres… Demos gracias a Dios por sus dones, la tierra, la libertad, la verdad y la fe.
Imploremos la protección de la Virgen María, madre de Jesús y nuestra madre. NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN… RUEGA POR NOSOTROS

 

Monseñor Nicolás Baisi, obispo de la Diócesis de Iguazú

 

 

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