Por Mario Mactas
Venía todo de lo más complicado y ceniciento , y para colmo parió la fiesta. El observador curtido pone aquello de parió con todo respeto, como se dice mucho en televisión para acolchar alguna crítica política. Juego de refranes y de muletillas. Es lo que ocurre con esta intemperie, con estos apuros por sobrevivir, cuando una verdulería del barrio expone tomates y remolachas como vidrieras de Tiffany, cuando hay varados y menesterosos, cuando una naturalización de la violencia despiadada se hace evidente-¿ quién camina por la calle con un celular?-, cuando hay empresas cerradas o se largan de aquí por horas, en fin. Es lo que hay. Ocurre sin rizar el rizo y forzar la pensadera. Lo que ocurre. Encima, la fiesta.
Se hizo pública ahora y fue en el tiempo de la cuarentena interminable con apenas algo menos que el estado de sitio. Nadie ha olvidado, recobra el observador curtido, al remero ganador de medallas y solitario que intentó entrenarse y resultó detenido desde helicópteros, de Sara Oyuela y la reposera al sol con 9 patrulleros conminándola a entrar sin rendirse, las chicas muertas en celdas de San Luis por dar una vuelta en bicicleta, a la niña de 10 años llevada a una comisaría en Santiago, las piernas mojadas por el miedo. A Facundo comido por los cangrejos sin que se supiera nunca nada. A Solange, el padre sin despedirla (hay carta de una insoportable pureza donde pide a las autoridades dejar paso. Sabía que iba a morir). Y el paisano Espinoza. Fue a ver unas carreras cuadreras, lo mataron y lo echaron por una quebrada en una bolsa al otro del lado de Catamarca . Y Abigail Jiménez tan enferma , acunada por su papá cinco kilómetros para pasar de una provincia a otra. Todo, todo . En la quinta de Olivos, mientras tanto, se brindaba, llegaban a cada rato starlets de cuarta, y a vivir que son tres días.
Sin clases-se dice el observador curtido – único país sobre la Tierra donde gremios docentes asumen la orden militante de no enseñar-, con el abandono de cómo mínimo un millón de chicos fuera de cualquier forma de educación. La fiesta, mientras tanto. Como reunión, no luce para publicarla en “Hello!, la edición inglesa: un grupo de amiguetes que asoman el pescuezo ansiosos por salir, una chiquita, personas de oficios y estilos de maquillaje , formas diversas de gimnasia, tarot, borra del café y otras maniobras para ver qué pasa y que pasará. El perro, Dylan, lindo collie , tranquilo por obra del adiestrador: consiguió el cese de las peleas entre él y su cachorro hijo, dos machos alfa como sabe cualquiera en la materia. Frecuentador de la residencia, se alzó con el cargo y empleo de perrero mayor del reino. La foto del cumple de Fabiola sacudió un país. Qué fantástica, fantástica esa fiesta. El agravio comparativo pisó campo minado. Voló todo. Y el Presidente de la República.
El observador curtido puede verse en la foto al Presidente con un suéter de cuello redondo, algo fuera de foco. Tal vez le haya parecido natural, cómo saberlo. Porque no se puede dudar acerca de un mundo donde la vida no tiene rumbo ni sentido sin hacer fotos de todo en todo momento. Solo las fotos son reales ¿Cómo negarse? A ver, digan whisky. Muy bien. Un momento, otra por las dudas.
Pero en muchos casos, como las armas, las carga el diablo. Ya ven, está rumiando el observador curtido desde su sillón con ojos entrecerrados de claustro obligado. Selfies, video, todo debe registrarse o irse al banco como en el fútbol. Ya se escribirá un ensayo sobre foto y existencia en este tramo, algo de ese pelaje filosófico. Ahora, lo que vea el observador curtido, es un descenso de varios metros en la credibilidad del Presidente. Palabra y confianza para anunciar lo que sea. La dura visualización del discurso fake. ¿No hay acaso el menor proyecto sino retroceso en todos los nervios dolorosos de una sociedad? Se fortalecen, desnudos, la manija, el poder, una entrada como puerta de ingreso para quienes entrar en política como el mejor negocio posible. Es muy valiosa la palabra y también necesario mantener confianza. La confianza. No el mesianismo, no la destrucción de la que surgirían imaginarios hombres nuevos. Confianza. Si no funciona , no funcionan la unión, el optimismo, las ideas creadoras que podrían surgir aún en medio de las ruinas. El observador curtido, argentino divorciado del país, supone que las fotos y las que vendrán modificarán el aire pesado de La Argentina. En adelante se habrá abandonado un estado de lo más corriente, solo que en aguas turbulentas y sin posibilidad de vuelta atrás. Será para partidarios del oficialismo, opositores blandos o duros, indecisos. Se llama virginidad.
Por Mario Mactas Periodista y escritor