Iguazú (LaVozDeCataratas) Desde que era estudiante a Natalia le interesó ser docente intercultural, una clase le cambió la perspectiva, sin saber que marcaría su vida para siempre: “En una de las clases que tuvimos con la profesara Viviana Bacigalupo comenzamos a hablar y a conversar sobre la enseñanza en personas adultas, que no pudieron acceder a la educación formal por alguna razón. En ese momento fue como que a mi se me prendió la lamparita, fue algo que me marcó y dije ¡que buena experiencia sería trabajar en una comunidad indígena y servir a la población adulta!”.
Pasó un tiempo desde esa clase, Natalia se recibió en el año 2013 y cuando tuvo el título en su mano fue convocada por el equipo del Proyecto Mate a formar parte de una entrevista para un puesto en la Escuelita junto a otras cuatro aspirantes. La misma fue realizada por Francisco Franco referente pedagógico de Yryapú, y el cacique de la comunidad junto a los estudiantes quienes decidieron que Natalia era la indicada para ser su maestra.
Su trabajo empezó en el 2014 y se mantuvo durante siete ciclos lectivos “siempre digo que fui una bendecida porque fui elegida varias veces para estar en la comunidad estar trabajando con ellos, elegida por ellos. Y también me siento privilegiada porque pude compartir con ellos siete ciclos lectivos” manifestó.
La escuelita Clemencia Gonzales recibe a alumnos desde los 14 años en adelante y “la alumna de mayor edad fue mi querida Eulalia de 63 años, ella fue una persona que aprendió a leer y a escribir con nosotros, nunca tuvo la posibilidad de acceder a la escuela” recordó emocionada Natalia.
Además de enseñar en el lugar se involucró con la comunidad y su educación: “Fue una lucha que las mujeres adultas quieran formar parte de la educación formal. Al principio eran solo hombres, entonces pensaba, no puede ser que solo sean varones, tenemos que conquistar a las mujeres, tenemos que traerlas a la escuela. Una de las primeras fue la hermana de Francisco y poco a poco fueron viniendo más”, resaltó.
Consultada sobre las de la educación intercultural afirmó: “Lo que yo rescato, primero es que en la educación intercultural se comparte y se respeta, nosotros compartimos conocimientos desde el respeto, en el sentido que todas las personas saben que todos tenemos conocimientos y estamos en un mismo nivel, solo así comenzamos a crear ese tercer espacio de lo que yo como yuruá sé y lo que la cultura mbya guaraní sabe y ahí es donde empezamos a transitar ese camino de la educación intercultural”.
“Aprendí que se aprende haciendo, no solo en la teoría. Aprendimos a respetar los tiempos, cada uno tiene su tiempo, yo puedo desarrollar un tema, un contenido pero sí tenía ocho alumnos tenía ocho planificaciones diferentes. Nosotros venimos de una cultura donde prima el ya, el ahora, lo rápido, bueno acá no. Acá tenés que parar, escuchar, esperar, respetar, y eso no se logra de la noche a la mañana, tiene que ser una práctica docente muy reflexiva de cada lección. Cuando llego a casa reflexiono como me fue, funcionó o no, dió resultado en cuanto alumnos y volver a replantearse la clase” añadió.
No solo como docente la educación intercultural te marca, sino también como persona, es por eso que “Lo que aprendí y lo que me llevo es eso de ser empático con el otro, aprendí el verdadero significado del oré y del Ñandé. El oré es el “nosotros excluyente” y el ñande es el “nosotros incluyente” realmente aprendí a incluir a todos, a comprender y a entender y es difícil de explicar con palabras porque tiene un significado muy profundo, que alcanza lo espiritual y que uno debe vivir para poder entenderlo. Y obviamente el amor y el cariño que se siente por la comunidad que solo lo entienden quienes han trabajado con ellos”.