Se abre la Semana Santa con el Domingo de Ramos, otra vez cruzado por la pandemia

Para evitar la propagación de coronavirus en un momento que escalan los casos, los fieles celebrarán en casa y de acuerdo con las indicaciones de los obispos diocesanos para cada etapa. Seguirán los ritos por radio, televisión y las redes sociales.

Iguazú (LaVozDeCataratas) Misas virtuales, ritos acotados a unos pocos fieles y restricciones volverán a caracterizar la Semana Santa de los cristianos que comienza con la misa del Domingo de Ramos, para evitar la propagación de coronavirus en un momento que escalan los casos y se temen los efectos de una segunda ola.

El papa Francisco presidió este 28 de marzo la misa del Domingo de Ramos, que recuerda la entrada de Jesús en Jerusalén. En su homilía, dejó un mensaje de ánimo a los fieles, invitándolos a pedir “la gracia del estupor”.

El Santo Padre inició su mensaje reconociendo que la liturgia de hoy “suscita cada año en nosotros un sentimiento de asombro”, pues “pasamos de la alegría que supone acoger a Jesús que entra en Jerusalén, al dolor de verlo condenado a muerte”. Se trata de un sentimiento “que nos acompañará toda la Semana Santa”.

Recordando el ingreso de Jesús a Jerusalén, en un humilde burrito, mientras la gente esperaba con solemnidad para la Pascua “al libertador poderoso” y celebrar la victoria sobre los romanos “con la espada”, Francisco planteó: “¿Qué le sucedió a aquella gente, que en pocos días pasó de aclamar con hosannas a Jesús a gritar ‘crucifícalo’?”. Y explicó:

En realidad, aclaró, aquellas personas seguían más una imagen del Mesías, que al Mesías real. “Admiraban a Jesús, pero no estaban dispuestas a dejarse sorprender por Él. El asombro es distinto de la simple admiración. La admiración puede ser mundana, porque busca los gustos y las expectativas de cada uno; en cambio, el asombro permanece abierto al otro, a su novedad”.

En ese sentido, el Papa señaló que también hoy hay muchos que admiran a Jesús, pero que, sin embargo “sus vidas no cambian”. Esto porque “admirar a Jesús no es suficiente”, sino que es necesario “seguir su camino, dejarse cuestionar por Él, pasar de la admiración al asombro”. Lo que más sorprende del Señor y de su Pascua, afirma el Sumo Pontífice, es “el hecho de que Él llegue a la gloria por el camino de la humillación”.

“Él triunfa acogiendo el dolor y la muerte, que nosotros, rehenes de la admiración y del éxito, evitaríamos”, destacó. “Sorprende ver al Omnipotente reducido a nada. Verlo a Él, la Palabra que sabe todo, enseñarnos en silencio desde la cátedra de la cruz. Ver al rey de reyes que tiene por trono un patíbulo. Ver al Dios del universo despojado de todo. Verlo coronado de espinas y no de gloria. Verlo a Él, la bondad en persona, que es insultado y pisoteado”, enumeró.

Subiendo a la cruz, Jesús desciende a nuestro sufrimiento
El Señor, explicó Francisco, se humilló “para tocar lo más íntimo de nuestra realidad humana, para experimentar toda nuestra existencia, todo nuestro mal”. Subió a la cruz para descender a nuestro sufrimiento, probando nuestros peores estados de ánimo: el fracaso, el rechazo de todos, la traición de quien le quiere e, incluso, el abandono de Dios. Experimentando en su propia carne nuestras contradicciones más dolorosas las redimió y las transformó.

“Su amor se acerca a nuestra fragilidad, llega hasta donde nosotros sentimos más vergüenza. Y ahora sabemos que no estamos solos. Dios está con nosotros en cada herida, en cada miedo. Ningún mal, ningún pecado tiene la última palabra. Dios vence, pero la palma de la victoria pasa por el madero de la cruz. Por eso las palmas y la cruz están juntas”, señaló.

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