China estableció que los menores de edad podrán jugar videojuegos solo una hora por día, entre las 20 a las 21 de viernes a domingo, con un tope de tres horas semanales, más un «bonus» de una hora extra por cada feriado nacional, se informó este lunes.
A menos de 48 horas de la apertura del nuevo año escolar, la National Press and Publication Administration emitió la notificación «para la efectiva prevención de la dependencia de los menores de los juegos online», con el fin -dijeron los medios oficiales- de prevenir el antiguo problema de la ludopatía (adicción al juego).
De este modo «será protegida de modo más eficaz la salud física y mental de los menores, también con la implementación férrea de registros y accesos con nombre real y reconocimiento facial», describió la agencia ANSA.
La medida, otro golpe a los colosos tecnológicos, reiteró la necesidad de «guiar activamente a las familias, escuelas y otros sectores sociales para coadministrar y cumplir la responsabilidad de la tutela de los menores, en conformidad con la ley, y creando un buen ambiente de sano crecimiento».
Pocos días después de haber anunciado la enseñanza del «pensamiento de Xi Jinping» en las escuelas, desde la primaria a la universidad, con el nuevo año y con el fin de reforzar la «fe marxista» entre los jóvenes, así como la revisión de los textos de las influencias externas, el Ministerio de Instrucción prohibió los exámenes escritos para los niños de 6 y 7 años.
El Ministerio también prohibió las tareas escritas para los niños, siempre de primer y segundo grado de primaria, limitando las que se realizan en casa para los estudiantes de los primeros grados de la escuela elemental a no más de 1,5 horas por tarde.
Con el viejo modelo, a los escolares y estudiantes se les pedía pasar los exámenes ya desde el primer grado de la primaria, hasta llegar a la muy temida prueba de admisión universitaria a los 18 años: el «gaokao», último escalón de un camino donde cada test particular podía marcas la vida de las personas.
El paquete forma parte del amplio reordenamiento del gobierno en la instrucción, incluyendo un mayor control sobre el apoyo escolar.
A fines de julio, China ordenó a las compañías privadas del sector que se vuelvan sin fines de lucro, y ordenó a las agencias que imparten lecciones sobre materias fundamentales durante el fin de semana o en los días festivos, paralizando de hecho un sector de más de 100.000 millones de dólares.
La tormenta normativa, extendida sobre todo al sector tecnológico y querida por el presidente Xi, es una «profunda revolución», un cambio que «llevará un nuevo clima a nuestra sociedad», reivindicó un comentario en los medios oficiales.
«Esto es un retorno de los grupos de capital a las masas de gente, y una transformación del enfoque centrado en los capitales a uno sobre las personas», agregó el comentario.