Iguazú (LaVozDeCataratas) Ariel Ángel Duarte (26), único imputado por el femicidio de su pareja Ruth Gómez (17), ¿volvió a la escena del crimen o estaba con un amigo decidiendo si iba o no a avisarle a la policía que su novia estaba muerta?
Esa respuesta puede surgir este próximo jueves tras el careo que pidió la fiscalía entre dos testigos, ayer y en el marco de la cuarta audiencia del juicio oral por la violenta muerte de la menor.
En la jornada de ayer brindó testimonio un solo testigo, cerrando de esta manera la etapa testimonial.
Se trata de quien era el mejor amigo del acusado, quien fue traído desde Entre Ríos especialmente para que relate ante el Tribunal Penal 1 de Eldorado qué hizo el sospechoso tras la muerte de Ruth Gómez, que recién se conoció a las 21 del domingo 22 de julio de 2018.
El joven afirmó que estuvo desde las 7 de ese domingo con el ahora detenido, y que fue a él a quien Duarte le contó lo sucedido. Luego convenció al imputado de ir a buscar el arma de fuego, la cual el mismo acusado había arrojado a la vera de una ruta. No la hallaron. Durante su relato, el testigo aseguró que nunca dejó solo a su amigo, y que pese a lo que había pasado, no regresó al domicilio donde se produjo el deceso de la joven.
Fue así que surgió una contradicción con lo dicho por un vecino de Duarte durante la etapa testimonial: que vio al imputado dirigirse en motocicleta hacia la casa que compartía con la víctima en las 2.000 Hectáreas de Puerto Iguazú, ese domingo entre las 13 y las 14.30, y que “muy bien no recordaba porque habían estado compartiendo bebidas con conocidos”.
Es allí que se produce un interrogante clave. Si Duarte regresó a la escena del hecho, ¿con qué objetivo o para qué lo hizo?
Sin embargo es la palabra del vecino contra la del amigo de Duarte y por ello la Fiscalía determinó que se lleve a cabo una confrontación verbal entre ambos, es decir un careo para que los involucrados se “refresquen la memoria” y así dilucidar lo sucedido. Esta medida tendrá lugar el jueves venidero.
La pericia balística
En lo que va del juicio no quedó claro para las partes lo expuesto por los peritos en la instrucción de la causa respecto a la distancia en la que recibió el disparo la víctima.
Hubo al parecer dos informes, uno que no fue definitorio y otro que hablaba de la posibilidad de que el arma de fuego no la manipuló la víctima.
Es un dato no menor, ya que en su momento el acusado dijo que el tiro se produjo en medio de un forcejeo. Por ello el Ministerio Público Fiscal, a cargo de Federico Rodríguez, ordenó una pericia balística, a la que adhirió la defensa del imputado. Según las fuentes, dicha medida judicial será la semana que viene, a cargo de los expertos de la Policía de Misiones.
Consistirá en establecer si el disparo que provino de un revólver calibre 22 (incautado en la investigación) fue a “bocajarro”, es decir a una distancia de hasta 5 centímetros (lo que se condice con un forcejeo), a “quemarropa”, desde unos 15 centímetros o a “distancia”, desde unos 50 centímetros.
A pedido del abogado del sospechoso, se utilizarán prendas de vestir con las telas similares a las que utilizaba la víctima al recibir los disparos.
La pericia apunta a determinar mediante cotejos si las deflagraciones que quedaron en las ropas de la adolescente se produjeron a corta, larga o mediana distancia. En ese sentido, se debe recordar que las pruebas de parafina (pericias orientativas para saber si alguien efectuó disparos) dieron resultado negativo en el acusado y en la víctima.
“Yo maté a un perro nomás”
En un pasaje de su testimonio, el mejor amigo del ahora imputado afirmó que éste, tras decirle que su pareja estaba muerta por un disparo, le dijo “mentira, tranquilo que no pasó nada, yo maté un perro nomás. Le maté al perro Black”, y que esto tal vez lo habría dicho por el “estado de nervios y por no querer admitir lo que había sucedido”.
Sin embargo el testigo dijo que luego de que Duarte les contó a sus padres lo que había pasado y que decidió avisar a la policía, se retractó y le dijo la verdad: “Es así nomás como te había dicho, pasó eso con Ruth”.
Finalmente, cerró sus dichos ante el Tribunal contando que en dos ocasiones presenció discusiones entre la pareja, pero que nunca vio al acusado agredir físicamente o maltratar a la joven.
Este testigo fue justamente quien señaló a la policía dónde estaba el arma utilizada en el hecho. Un sector ubicado en las afueras de la zona urbana de Puerto Iguazú, a la vera de la ruta nacional 101 (altura del kilómetro 133).
Fuente: Primera Edición