Iguazú (LaVozDeCataratas) Marita Camacho, es una vecina pionera de Iguazú, tiene 62 años y desde hace 25, según recuerda, empezó a costurar.
«Yo no empecé trabajando en costura, mis primeros trabajos fueron en tiendas, después empecé a vender productos y de ese modo logre encontrar este lugar para comprarme, ahorrando y pedí a Dios que me diera un lugar donde trabajar, entonces me dediqué a trabajar en este local. Primero empecé con una máquina viejísima hasta que me regalaron una máquina más moderna» relató a LaVozDeCataratas sobre sus inicios.
Quien le enseño el oficio fue su hijo adolescente: «mi hijo tenía 12 años cuando se fue a Buenos Aires a vivir con la abuela, allá empezó a buscar trabajo y consiguió un amigo de la familia que lo llevó a trabajar en un taller donde confeccionaban camperas. Nada que ver con estas máquinas, eran máquinas industriales, y ahí aprendió a hacer costuras y a armar las camperas. Fue el quien me enseñó» afirmó.
Las máquinas de hace 25 años no son las mismas que ahora, por eso «Primero me daba miedo, me daba impresión porque las máquinas eran muy rápidas y de a poco comencé a hacer cosas, ropas de muñecas para mis hijas y para mis nietos. La primera ropa que hice fue para mi sobrina, era una pollerita y un top., y si bien me salió no me gusta mucho confeccionar ropa» explicó.
Así comenzó en ese camino en el que transitaría durante más de 2 décadas. Si bien, explicó que «no era de dedicación completo, viste que siempre hay alguien que te dice, me podés hacer esto, me ayudás con lo otro» siempre realizó trabajos para escuelas e iglesias de manera gratuita. «la bendición vino después de arriba y acá estoy» asegura.
Lo que más disfruta hacer y a lo que se dedicó es a: «todo lo que sea blanquería, cortinas, sábanas, tohallas, lo que sea para la casa. También me gusta hacer detalles y hasta confeccioné para lugares de lujo» destacó.
El trabajo se vio disminuído por la pandemia y debió incorporar otras actividades: «lamentablemente tuve que incorporar también la venta de ropas usadas porque disminuyó mucho la venta. No tengo verguenza, porque no pido fiado, ni pido ayuda. No pude continuar con mi trabajo durante la pandemia, el que toda la vida realicé porque están muy caros los materiales» lamentó.
En ese sentido, remarcó las diferencias de precios con los países vecinos: «Yo antes cruzaba al otro lado a comprar las telas para confeccionar pero no se pudo. Y acá se abusan con los precios de la telas, triplican o cuatriplican los precios».
No solo el precio es importante sino también la calidad, por ello Marita destaca que «soy muy detallista, puede ser barato pero siempre quiero ver la calidad».
Actualmente además de las ropas usadas realiza «costuras en general, arreglos en general. Lo que más hago es achicar o agrandar las prendas que por ahí compran en otro lado, entonces yo armo y desarmo. Después costuras básicas como colocar cierre, parches, cambio de cuellos, todo lo que sea costura, y así voy remando».
Para finalizar, saludó a todas las costurrras en su día y añora que todo vuelva a la normalidad «Ahora esperemos que se mejore la situacióny pueda volver ler a trabajar como antes».