Jacinta Martínez Ranceze se define como una sirena en el agua. Ese es su ámbito por elección y allí la sensación de felicidad y libertad que alcanza es absoluta. Es múltiple campeona en natación artística y una de las máximas referentes del deporte para atletas con Síndrome de Down en Argentina y habla de su pasión por competir, su compromiso con el entrenamiento y su amor por nadar con una sonrisa muy amplia.
Desde el 2017, la joven de 21 años, compite representando al país y cosecha muchas medallas: más de diez de plata y oro. Las más importantes a nivel competitivo las obtuvo en el Open Europeo de Natación y Natación Artística de Cerdeña 2019, donde logró el primer puesto en las categorías “solo técnico” y “solo artístico”, anteponiéndose a las número uno del mundial anterior. Su próximo objetivo: los Juegos Paralímpicos de París 2024.
En 2021, en el Día Mundial del Síndrome de Down, ganó la medalla de oro en los Juegos Nacionales Tri ‘21 (campeonato en el que participan adolescentes y jóvenes con síndrome de Down de todo el país) y presentó el libro Confiá en mi, escrito por Lorena La Terza, en el que cuenta su vida, su carrera profesional como atleta y sus metas.
Este año fue seleccionada para la nueva campaña de Disney Princesa, que busca seguir inspirando a niños, niñas y jóvenes de América Latina con historias reales de coraje, superación y resiliencia. Allí participa junto a las atletas Alexa Moreno, de México; Beatriz Ferreira, de Brasil y Macarena Pérez, de Chile.
La libertad de nadar
La entrevista con Jacinta se realiza vía zoom porque dice que prefiere ver a quien le habla y no solo escucharle la voz. Frente a la cámara, luce su larga cabellera dorada y regala una sonrisa sincera cada vez que termina de responder. Al lado está Raquel, su madre y también una de las entrenadoras, a quien besa y acaricia en el rostro cuando alguna respuesta que da la emociona.
“El agua es mi segundo hogar y allí me siento como una sirena en el mar”, dice. Sus inicios en la natación fueron a poco de nacer cuando Raquel la llevaba a nadar y pronto el agua fue parte de su vida. “Cuando era una bebita nadaba como un pececito. Y seguí nadando”, asegura.
Hasta 2017, Jacinta practicaba Taekwondo (llegó a cinturón azul) y baile clásico, y todo eso fue lentamente dejado de lado cuando la entrenadora Gaby Biglino tuvo la brillante idea de probarla en natación artística y dejar que ella misma uniera lo que sabía hacer y tanto bien le hacía: nadar y bailar.
“La natación artística me hace sentir adrenalina y también felicidad, pasión por estar en el agua porque amo nadar. Nada en la pileta, en el mar y ver animales acuáticos como los que vi en Miami como mantarrayas y muchos peces. Los miro y me fijo como lo hacen”, cuenta y sonríe. En ese momento a solas con ese mundo fascinante, siente que no puede pedirle más a la vida.
Apenas pasaron seis meses de aquella tarde en que la entrenadora la probó en natación artística y viajó a México para competir en el Abierto de Cancún y ganó su primera medalla de plata. “Fueron días muy divertidos”, recuerda y dice que desde entonces, se centró de lleno en la que descubrió como su pasión, el nado sincronizado.
“Empezó a entrenar tres horas, tres veces por semana, dejando de lado las demás actividades”, cuenta Raquel, su mamá. Esas nueve horas semanales fueron las exigencias de una nueva etapa: las competencias en el exterior.
Le siguió una competencia en Montevideo, al Open Argentino, Los Juegos Porteños, Juegos Evitas de Mar del Plata, el Mundial de Canadá, regresó de Cerdeña con dos medallas de oro y durante la pandemia participó de una competencia virtual que se realizaron en México, Perú y España, y del Torneo Panamericano, que le dejó tres medallas de oro. Ahora se prepara para el Mundial de los Estados Unidos de Atletas con Discapacidad que se desarrollará durante agosto.
“Estoy entrenando un montón: cinco veces por semana. Tres veces por semana entreno en agua y en tierra, donde corro, elongo y hago las técnicas para rotar las caderas, también corro y hago bicicleta, soga y ejercicios con pesas”, explica mientras Raquel la ayuda a repasar todo lo que implica el entrenamiento.
Mientras habla, Raquel no evita la emoción. “Como madre estoy increíblemente orgullosa por sus logros, sorprendida y no porque desde chiquita tiene ganas de hacer y nunca le dijimos que no a nada, siempre que fuera lógico, porque entendimos que los no iban a estar en la sociedad y no queríamos que lo tuviera en casa”, dice y cuenta que la familia siempre la acompaña “en todos los proyectos que tiene en su cabeza”.
Pero también hubo una imposición: “Solo le exigimos que se recibiera en el secundario. Después, todo lo demás fueron sus deseos de seguir estudiando”.
A fines del 2021 Jacinta terminó una carrera universitaria de dos años: Formación para el Empleo, en la Universidad Católica Argentina. Luego participó en el seminario para ser Catequista en la Catedral de San Isidro.
“Me gusta enseñar a los niños sobre Jesús y a creer en Dios”, dice quien también hizo cursos de Panadería Profesional y Cocina en el IAG.
“Hago muy buenos panes, me gusta mucho. El que más me gusta hacer es el naan, que es un pan plano, que se hace con harina y levadura, y se come en la India. También hago lactal, de miga, de pancho, hamburguesas, pebete y el brioche”, enumera y cuenta que al día siguiente de la entrevista rinde un examen teórico de panadería.
“Así estamos todos en esta casa porque dos veces por semana llega con un recipiente de este tamaño (abre los abrazos casi en cruz)”, exagera y ríe Raquel.
Con más orgullo cuenta que fue seleccionada como Princesa Disney en Argentina. “Cuando me eligieron me sentí muy feliz, para mí fue hermoso y lo mejor de la vida. Siento mucha responsabilidad por poder inspirar a otros chicos”, asegura. La princesa que eligió como representante es La Sirenita.
“Ella es mi princesa por sus cualidades: Ariel quiere pertenecer a dos mundos, la tierra y el agua; y quiere ser parte de un mundo para casarse con su príncipe, pero el padre no la dejaba, no confiaba en ella y ella debió demostrar que podía pertenecer a ese mundo y el padre la dejó. Ariel es curiosa, inteligente y nada increíble y yo también tengo esas cualidades y puedo pertenecer a esos mundos”, asegura.
Feliz, se despide y deja un mensaje: “Mi sueño es inspirar a los demás, pero tenemos un techo. Con dedicación y esfuerzo todo se puede lograr”.
Fuente Infobae