Juan Percowicz, Marcela Sorkin y Federico David Sisrro, el principal jefe y dos de los principales operadores de la secta Escuela de Yoga Buenos Aires, se negaron a declarar ante el juez Ariel Lijo. Luego, volvieron a sus celdas, tras ser arrestados por la división Trata de Personas de la Policía Federal, en una noche de más de 30 redadas donde cayeron junto a 16 de sus cómplices. Los acusan de trata de personas, lavado de dinero, ejercicio ilegal de la medicina, en una trama de falsa iluminación espiritual y coaching ontológico, con sus fieles prostituidas con hombres ricos, entre eufemismos como “geishado” y “banquito”.
Su silencio no cambia nada: sus teléfonos hablaron por ellos. Dos audios que son parte de la investigación a los que accedió Infobae revelan la grotesca manipulación que supuestamente cometían para despojar a sus fieles de sus bienes.
En estas conversaciones, Sorkin, alias “La Leona”, es la voz principal. Un diálogo tiene como interlocutor a Sisrro; el otro, a Percowicz, el histórico regente de la Escuela de Yoga. Sorkin y Sisrro fueron capturados en el aeropuerto de Ezeiza mientras intentaban fugarse a Estados Unidos con 6700 dólares y 300 blisters de pastillas. Ambos están sospechados de ser las cabezas de BA Group, la escuela de coaching ontológico que servía como mecanismo de captación para la Escuela.
Percowicz, de 84 años, paciente cardíaco según su abogado defensor, tuvo que ser llevado en silla de ruedas a los tribunales de Comodoro Py. Lo arrestaron en el country Santa Clara de Tigre con una camioneta Ford Bronco sin un solo rayón en su pintura, mil dólares, casi un millón de pesos y 30 medallas de plata. Junto a él fue arrestada la abogada Susana Barneix, una parte instrumental en la historia. Está acusada de ser parte del “estudio jurídico contable” de la secta. La imputación en su contra es particularmente siniestra: la Justicia federal sostiene que la letrada y otro cómplice confeccionaban a voluntad los testamentos de las víctimas de la organización con el apoyo de una escribanía.
De eso, precisamente, se trata uno de los audios que ilustran esta nota. La charla es entre Sisrro y Sorkin. Hablan de una discípula de la secta, fallecida poco antes. Su nombre era Liliana. Había sido promovida a uno de los máximos niveles de la organización: el grado 6, el nivel de apóstol, solo debajo del maestro mismo. Para ser apóstol, al contrario de los pescadores en las orillas de Galilea, aquí supuestamente había que pagar, en cash o en propiedades, en vida y más allá de la muerte.
“Le tiró la bronca, pero nada grave. Él mismo preguntó: ‘¿Y el certificado cuándo va a estar?’ El tipo se fijo y dijo que todavía no está. Le dije: ‘Listo, Guille, me encargo yo’”, dijo Sisrro.
-Bueno, ellos también lo van a necesitar, replica Sorkin.
Lo que dice Sisrro luego es aterrador: “Es probable que lo necesiten por la sucesión”. “La Leona” asiente: “Exactamente”. “Después le cuento a Barni”, sigue Sisrro, en posible referencia a Barneix. Luego, completa: “El certificado lo voy a buscar yo”. “Es una cosa que encargamos nosotros, y de última la abogada pidió porque lo necesitaba”, sigue Sorkin: “Y vos no dudaste que lo que teníamos que dar”.
“Ellos no preguntaron nada de los autos”, sigue Sissro: “Así que no le dije nada de un testamento, ni de abogados”.
La orden de “La Leona” es explícita: “De los autos no se habla más”.
El próximo audio es una conversación entre Sorkin y Percowicz mismo. Hablan de otra “alumna”, “La Alemana”, que vive en Estados Unidos, aparentemente con una jugosa herencia, y una situación con su “sobre”. El término es otro eufemismo de la Escuela de Yoga, el aporte de dinero de las víctimas para subir de nivel o mantenerse en la estructura. Algunos, según el pedido de arresto firmado por el juez Lijo, podían llegar hasta 10 mil dólares.
“Viste que yo te dije que ‘La Alemana’ estaba amenazando con el tema de su ‘sobre’”, comienza “La Leona”.
“Sí, sí”, asiente Percowicz.
Sorkin dice: “Pasó de diez mil a mil. Y aparte de eso, ahora me dijo que tiene que ver a Buenos Aires, a Neuquén, para ver a su familia biológica. No está nada bien esa chica, Juan. Por eso decía que tengamos cuidado. Esa chica decía que se quería comprar un departamento en Estados Unidos. Ella se quiere gastar toda la plata que heredó de este muchacho del polo. Está tan autodestructiva Juan, tan autodestructiva… Está muy mal. Fijate lo que hizo con el sobre”.
Lo que sigue es una muestra de la aparente voluntad de control de la secta sobre sus miembros: “Aparte, cuando me llamó por el tema este, no me preguntó. Decidió que viene a la Argentina para encontrarse con su familia biológica, para el tema del cumpleaños de su mamá y su papá. Una cosa, papi, muy fea, ¿viste?”
Toda esta codicia desmedida marcada por mecanismos de control clásicos de una secta tal vez solo sean el preludio de algo peor. La causa, de una alta complejidad, que refleja el paradigma contemporáneo y el cambio de época en investigaciones penales en las fuerzas de seguridad, continúa bajo el secretario y la fiscal Alejandra Mangano de la PROTEX, con la división Trata de Personas que depende de la Superintendencia de Investigaciones Federales de la PFA, en colaboración directa con el Bureau of Diplomatic Security del State Department estadounidense en su enlace con la embajada local. Mañana, el juez Lijo deberá resolver los pedidos de excarcelación de la defensa de los 19 imputados. Se esperan también medidas contra sus patrimonios dictadas desde Comodoro Py, aseguran fuentes con acceso al expediente.
La colaboración estadounidense no es casual. Uno de los anzuelos de venta de la EYBA es un insólito tratamiento contra la adicción a las drogas. Un documento de la causa asegura: “Uno de estos “negocios” desarrollados por la EYBA es precisamente la clínica – recordemos, empleada para la coerción de los “alumnos” y “alumnas”- que también se utilizaría con otras personas, fundamentalmente estadounidenses, que concurren con el propósito de recibir “tratamientos” por situaciones de consumo problemático de estupefacientes, entre otros padecimientos, y también terminan siendo víctimas de las “cura de sueño” y otras prácticas que vulneran sus derechos humanos. La difusión de estos “tratamientos” es llevada a cabo por las filiales que la EYBA posee en los Estados Unidos”. Al menos tres supuestas empresas fueron mencionadas.
Fuente Infobae