Ales Bialiatski, activista de derechos humanos, director del grupo bielorruso «Viasna» y encarcelado desde el año pasado, ganó el Premio Nobel de la Paz 2022, dos años después de las manifestaciones opositoras que estallaron en Bielorrusia, las mayores en el país desde la caída de la Unión Soviética, que fueron reprimodas por el gobierno.
Bialiatski, de 60 años, fue detenido en julio de 2021 por «evasión fiscal», en un caso percibido como una venganza del presidente Alexandr Lukashenko, en el poder desde 1994, con el objetivo de acallar cualquier forma de crítica.
Durante semanas, decenas de miles de bielorrusos tomaron las calles del país en protesta contra la reelección para un sexto mandato del jefe de Estado, tras un resultado que tacharon de fraudulento por la oposición.
Mientras esto ocurría, y en el marco de una feroz represión, Viasna -cuya traducción del bielorruso es «primavera»- registraba las detenciones, las acusaciones de torturas y los heridos.
El actual no es el primer paso por prisión para Bialiatski. Su anterior arresto, de 2011 a 2014, en la que la justicia invocó oficialmente a motivos fiscales, se produjo pocos meses después de otra elección presidencial que también suscitó manifestaciones de la oposición, igualmente reprimidas.
«En sus 25 años de militancia, Bialiatski ha sufrido represiones en serie», destacó el año pasado la ONG Human Rights Watch, cuando su nombre ya era citado como posible Nobel de la Paz.
Tras haber doblegado las manifestaciones de 2020, el Gobierno bielorruso atacó a la prensa y a organizaciones consideradas críticas, encarcelando a sus dirigentes o militantes. Viasna y Bialiatski no fueron la excepción.
«La brutal represión de Viasna es solo una parte de la purga de la sociedad civil decidida por el presidente Lukashenko», aseguraba entonces Human Rights Watch.
Ayuda a los detenidos
Fundada en 1996 durante las masivas manifestaciones prodemocracia en Bielorrusia, entonces dirigida ya de forma autocrática por Lukashenko, Viasna arrancó aportando una ayuda a las personas encarceladas y a sus familiares.
Su actividad se extendió luego a la defensa de los derechos humanos en general.
Miembro de la Federación Internacional para los Derechos Humanos (FIDH), Viasna se convirtió rápidamente en un observador esencial de los ataques a los derechos, del recuento de detenidos, de la defensa de los presos o de la vigilancia de las elecciones.
De pelo canoso y barba blanca, ha sido uno de los miembros del «consejo de coordinación» creado por la oposición bielorrusa el año pasado para cuestionar la reelección considerada fraudulenta de Lukashenko y forzar al poder a un compromiso.
En este organismo figuran también la premio Nobel de Literatura Svetlana Alexievich, que vive exiliada, y la opositora Maria Kolesnikova, recientemente condenada a 11 años de prisión.
La casi totalidad de los miembros de este consejo han sido encarcelados o partieron al exilio, y decenas de medios independientes y ONGs han sido liquidados por decisión de la justicia. Varios miembros de Viasna fueron detenidos, o sus viviendas han sido objeto de numerosos allanamientos.
Miembro de la Federación Internacional para los Derechos Humanos (FIDH), Viasna se convirtió rápidamente en un observador esencial de los ataques a los derechos, del recuento de detenidos, de la defensa de los presos o de la vigilancia de las elecciones.
«Tanto en las pequeñas ciudades como en las regionales o en la capital, hay un verdadero terror», aseguraba en una entrevista Bialiatski en agosto de 2020, días después de la cuestionada reelección de Lukashenko.
«El objetivo es muy simple: conservar el poder a cualquier precio y sembrar el miedo en la sociedad», predijo.