La Policía Federal de Brasil desplegó este jueves una gran operación contra simpatizantes del presidente Jair Bolsonaro vinculados con las manifestaciones que exigen un golpe de Estado contra el mandatario electo, Luiz Inácio Lula da Silva, informaron fuentes oficiales.
Los agentes cumplen 81 órdenes de allanamiento, expedidas por la Corte Suprema, en el marco de una investigación sobre los bloqueos de camioneros en diversas carreteras del país que tuvieron lugar los días siguientes a la segunda vuelta de las presidenciales del 30 de octubre.
Bloqueos viales
En esos bloqueos viales, que se disolvieron por la fuerza a los pocos días, los camioneros desconocían el triunfo electoral de Lula y pedían a las Fuerzas Armadas una «intervención» militar contra el gobernante electo que mantuviera en el poder a Bolsonaro. También se investiga la actuación de la Policía Federal de Carreteras (PRF), por su supuesta «omisión» a la hora de actuar para liberar las carreteras y detener a sospechosos.
La Policía Federal informó en una escueta nota que los registros se están llevando a cabo en 8 de los 27 estados brasileños: Acre, Amazonas, Rondonia, Mato Grosso, Mato Grosso do Sul, Paraná, Santa Catarina y el Distrito Federal de Brasilia. La acción de este jueves tiene por objeto «personas físicas y jurídicas identificadas por las fuerzas federales y locales de Seguridad Pública», añadió la información sin ofrecer más detalles.
Altercados
En la capital brasileña, un grupo de bolsonaristas radicales protagonizó graves altercados la noche del lunes, cuando prendieron fuego a una decena de vehículos, destrozaron mobiliario urbano e intentaron entrar por la fuerza en una sede policial.
Desde la celebración de las elecciones, que Lula ganó a Bolsonaro por una diferencia de menos de dos puntos, seguidores del líder ultraderechista se han manifestado y acampado a las puertas de los cuarteles de varias ciudades del país para exigir un golpe de Estado que impida la investidura del gobernante electo.
También se han concentrado en el Palacio de la Alvorada, la residencia oficial de la Presidencia, para trasladar sus proclamas a Bolsonaro, quien continúa sin felicitar a Lula, ni reconocer abiertamente su derrota electoral, aunque sí autorizó iniciar el proceso de transición.
Cacique golpista
Este lunes seguidores de Bolsonaro chocaron en las inmediaciones de la sede de la fuerza en la capital, luego de la detención de un cacique indígena involucrado en protestas antidemocráticas. Los disturbios comenzaron tras la captura del José Acácio Serere Xavante, ordenada por el juez del Supremo Tribunal Federal (STF) Alexandre de Moraes debido a «indicios de práctica de los delitos de amenaza, persecución y abolición violenta del Estado Democrático de Derecho». Moraes dispuso una prisión temporal de 10 días para el cacique.
Agentes del orden dispararon gases lacrimógenos y balas de goma en un intento por dispersar a los manifestantes, algunos de ellos con camisetas amarillas de la selección brasileña, que portaban palos de madera y atacaron lanzando piedras. Los choques se desataron luego de un intento de invasión del predio de la policía para liberar a Serere Xavante, confirmaron las autoridades. En el centro de la capital, varios automóviles y ómnibus fueron atacados e incendiados.
El mandatario ultraderechista, que dejará el poder el 1 de enero, cuando será investido Lula, ha reducido drásticamente su agenda pública desde que perdió la reelección. El viernes pasado, Bolsonaro rompió un silencio de más de un mes al dirigirse a sus seguidores en el Palacio de la Alvorada para elogiar el papel de las Fuerzas Armadas, «último obstáculo del socialismo», según dijo, hacer loas a Dios y pedir la unión de su base social contra el líder del Partido de los Trabajadores (PT).