Un tribunal alemán condenó este martes a dos años de cárcel en suspenso a una exsecretaria de un campo de concentración nazi de 97 años, acusada de complicidad en el asesinato de más de diez mil personas. En uno de los últimos juicios del país sobre el Holocausto, Irmgard Furchner fue juzgada por su presunto papel en el «asesinato cruel y malicioso» de prisioneros en el campo de Stutthof en la Polonia ocupada. La condena se ajusta al pedido de la fiscalía, que subrayó el «significado histórico excepcional» del proceso, con un fallo sobre todo «simbólico».
La acusada, cuya cara sale borrosa en las fotos difundidas por los medios por orden del tribunal, estaba presente cuando se pronunció el veredicto, sentada en una silla de ruedas. No habló ante la corte salvo durante una de las últimas audiencias, en diciembre, cuando rompió el silencio.
«Siento todo lo que sucedió», declaró Furchner ante la instancia regional en la ciudad norteña de Itzehoe. Se trata de la primera mujer procesada en décadas en Alemania por los crímenes de la época nazi.
La anciana intentó escaparse cuando el procedimiento se programó para empezar en septiembre de 2021, huyendo en un taxi de la casa de ancianos donde vive y dirigiéndose a una estación de subte. Trató de evadir a la policía durante varias horas antes de ser arrestada en la cercana ciudad de Hamburgo, y estuvo cinco días detenida.
Sus abogados habían pedido su absolución, diciendo que las pruebas presentadas durante el juicio «no habían demostrado más allá de la duda», que esta mujer sabía de los asesinatos.
«Infierno absoluto»
La acusada era una adolescente cuando se cometieron los presuntos delitos y, por lo tanto, fue juzgada por un tribunal de menores. Entre junio de 1943 y abril de 1945, Furchner trabajó en la oficina del comandante del campo Paul Werner Hoppe. Según el caso, Furchner tomó el dictado de las órdenes del oficial de la SS y llevó su correspondencia.
Durante el juicio, varios sobrevivientes del campamento de Stutthof revelaron relatos desgarradores de su sufrimiento. La fiscal Maxi Wantzen agradeció el valor de los testigos, quienes hablaron del «infierno absoluto» vivido en el campamento. «Sienten que es su deber, a pesar de que tuvieron que invocar el dolor una y otra vez para cumplirlo», aclaró.
Wantzen señaló a los jueces que el trabajo administrativo de la acusada «aseguró el buen funcionamiento del campo» y le otorgó, además, «el conocimiento de todos los sucesos en Stutthof». A su vez, indicó que «las condiciones que amenazaban la vida» como la escasez de alimentos y agua y la propagación de enfermedades mortales, se mantuvieron de manera intencionada.
Aunque las pésimas condiciones del campo y los trabajos forzados se cobraron la mayoría de las vidas, los nazis también utilizaron las cámaras de gas para exterminar a cientos de personas consideradas no aptas para el trabajo. Wantzen subrayó que, pese a la avanzada edad de la acusada, era «importante celebrar un juicio de este tipo», además de completar el registro histórico, puesto que los sobrevivientes están muriendo.
En el campo de concentración de Stutthof cerca de Gdansk, murieron durante la Segunda Guerra Mundial alrededor de 65 mil prisioneros, entre ellos muchos judíos, partisanos polacos y prisioneros de guerra rusos-soviéticos, principalmente por debilitamiento y enfermedad. Al menos 200 prisioneros fueron asesinados con ciclón B en la cámara de gas y en el interior de un vagón de tren, y otros 30 de un disparo en la nuca en un lugar secreto ubicado en el crematorio.
Condenas por crímenes nazis
A 77 años del final de la Segunda Guerra Mundial, se está acabando el tiempo para llevar ante la justicia a los criminales vinculados con el Holocausto. En los últimos años fueron abandonadas varias causas porque el acusado murió o no pudo comparecer ante el tribunal.
La condena en 2011 del antiguo guardia John Demjanjuk por ser parte de la maquinaria de muerte de Hitler, sentó un precedente legal y allanó el camino para varios juicios. Desde entonces, los tribunales dictaron varios veredictos de culpabilidad por esos motivos y no por asesinatos o atrocidades directamente relacionados con el acusado.
Demjanjuk, entonces con 91 años, fue condenado en mayo de 2011 a cinco años de cárcel por la Audiencia de Munich por su complicidad en la muerte de 27.900 judíos en el campo de exterminio nazi de Sobibor, en la Polonia ocupada, donde ejercía como guarda voluntario.
El proceso a Demjanjuk, que había sido entregado en mayo de 2009 a Alemania por Estados Unidos, donde vivía desde los años cincuenta, se extendió un año y medio, y tras la sentencia, el reo fue puesto en libertad en consideración a los dos años que había pasado en prisión preventiva, su delicado estado de salud y por no existir peligro de fuga.
En julio de 2015 la justicia alemana condenó a cuatro años de cárcel por complicidad en 300 mil casos de asesinato a Oskar Gröning, de 95 años, conocido como «el contador de Auschwitz» por sus funciones esencialmente burocráticas en este campo de concentración. Gröning no llegó a ingresar en la cárcel y murió tres años después, cuando estaba pendiente de la decisión del gobierno de Baja Sajonia sobre su indulto.
En junio de 2016 el miembro de las SS Reinhold Hanning, de 94 años, fue condenado a cinco años de cárcel por la justicia alemana, que le encontró culpable de complicidad en la muerte de 170 mil presos asesinados en el campo de exterminio Auschwitz entre enero de 1943 y junio de 1943, el periodo en que trabajó allí como guardia. Hanning murió un año después con causas aún pendientes de juicio.
En julio de 2020 Bruno Dey, de 93 años, que fue guarda del campo de concentración de Stutthof en Polonia, recibió una pena simbólica de dos años de libertad vigilada por ser cómplice en los 5.232 asesinatos cometidos en el tiempo en que estuvo ahí de servicio entre 1944 y 1945 cuando tenía 17 años. En febrero de 2021 Estados Unidos deportó a Alemania a Friedrich Karl Berger, de 95 años, quien en 1945 fue guardia armado del campo de concentración alemán de Neuengamme, cerca de Hamburgo. Sin embargo, la justicia alemana no halló pruebas para incriminarlo.
En junio de este año Josef S., un exguardia de las SS de 101 años, fue condenado por un tribunal alemán a cinco años de prisión por complicidad en el asesinato de 3.518 prisioneros del campo de concentración nazi de Sachsenhausen, al norte de Berlín. Thomas Will, quien dirigió la fiscalía especial del caso, declaró que era muy importante hacer justicia con quienes formaban parte del sistema de muerte nazi porque «el homicidio y también la complicidad no tienen prescripción».