¿Cómo reacciona el cerebro ante el sufrimiento y las emociones negativas?

Expertos de la Universidad de Ginebra realizaron una serie de resonancias magnéticas para evaluar cómo se alteraron las redes neuronales ante eventos emocionales tristes o traumáticos. Cuáles fueron las conclusiones y qué dicen los especialistas

Los momentos de tristeza o de zozobra son parte de la vida, aunque está claro que enfrentarse a estas situaciones no es fácil. Los seres humanos sienten, en diferentes medidas, la repercusión de atravesar dificultades, y la ciencia ha encontrado interesantes explicaciones al respecto. Recientemente, un grupo de investigadores de la Universidad de Ginebra, en Suiza, analizó cómo reacciona el cerebro luego de pasar por emociones negativas.

En este trabajo, que fue publicado en la revista científica Nature Aging, los neurocientíficos de la institución observaron la actividad cerebral de adultos jóvenes y mayores ante instancias de sufrimiento ficticias que fueron proyectadas en un televisor. Según precisaron, estos eventos pueden alterar en exceso y durante un largo período de tiempo la corteza cingulada posterior y la amígdala, dos áreas involucradas en el manejo de las emociones y la memoria autobiográfica de las personas.

De acuerdo a la perspectiva de los especialistas, una mejor gestión de las emociones negativas podría ayudar a limitar y a prevenir los trastornos neurodegenerativos, especialmente aquellos relacionados con la edad. “Estamos comenzando a entender qué sucede en el momento de la percepción de un estímulo emocional”, explicó Olga Klimecki, investigadora y una de las autoras del estudio.

Los expertos analizaron la actividad cerebral de 182 participantes mientras estos observaban videos "socioemocionales", según precisaron (Getty)Los expertos analizaron la actividad cerebral de 182 participantes mientras estos observaban videos «socioemocionales», según precisaron (Getty)

Para llegar a estas conclusiones, los expertos convocaron a 182 participantes para realizarles “imágenes de resonancia magnética funcional mientras estaban expuestos a videos socioemocionales”, según detallaron en la publicación. “Nuestro objetivo era determinar qué huella cerebral queda tras el visionado de escenas emocionales, para evaluar la reacción del cerebro y, sobre todo, sus mecanismos de recuperación. Nos centramos en los adultos mayores para identificar posibles diferencias entre la normalidad y la envejecimiento patológico”, profundizó, por su parte, Patrik Vuilleumier, otra de las autoras.

En el estudio, los científicos postularon que el envejecimiento “conlleva muchos cambios en la salud física y mental. Aunque el rendimiento físico y las capacidades cognitivas disminuyen, las funciones emocionales parecen mantenerse o incluso mejorarse en los adultos mayores en comparación con los adultos más jóvenes, ya que los primeros regulan bien sus estados emocionales, capacidad crucial para el bienestar afectivo y el envejecimiento saludable”. No obstante, señalaron que una “alteración de la regulación emocional puede estar relacionada con psicopatologías como la ansiedad, la depresión y la preocupación a lo largo de la vida”.

“Las personas mayores generalmente muestran un patrón de actividad cerebral y conectividad diferente al de las personas más jóvenes”, dice Sebastián Báez Lugo, investigador del laboratorio de Patrik Vuilleumier y primer autor de este trabajo. Sin embargo, esta dinámica “se ve frecuentemente interrumpida por la depresión o la ansiedad, lo que sugiere que está involucrada en la regulación de las emociones”, agregó.

La ansiedad y la depresión pueden modificar la regulación de las emociones, de acuerdo al estudio (Getty)La ansiedad y la depresión pueden modificar la regulación de las emociones, de acuerdo al estudio (Getty)

“En los adultos mayores, parte de esta red cerebral, la corteza cingulada posterior, que procesa la memoria autobiográfica, muestra un aumento de sus conexiones con la amígdala, que procesa importantes estímulos emocionales. Estas conexiones son más fuertes en sujetos con altos puntajes de ansiedad, con rumiación o con pensamientos negativos”, dijo Vuilleumier.

Otro de los expertos a cargo de este estudio, Sebastián Báez Lugo: “Nuestra hipótesis es que las personas más ansiosas no tendrían o tendrían menos capacidad para el distanciamiento emocional. El cerebro de estas personas permanece ‘congelado’ en un estado negativo por relacionar el sufrimiento de los demás con sus propios recuerdos emocionales”.

¿Se pueden regular las emociones?: Los resultados de este estudio junto a Germán Picciochi (MN 161114), médico especializado en psiquiatría, neuropsiquiatría y neurología cognitiva. “El trabajo nos invita a corroborar como se manifiesta la trascendencia de la maduración afectiva a medida que transcurre nuestra vida. En otras palabras, hablamos de una capacidad plástica de nuestro cerebro de ir modelando y optimizando las respuestas emocionales”, dijo el experto.

Según Germán Picciochi, el cerebro puede tener la capacidad "de ir modelando y optimizando ciertas respuestas emocionales" /Britta Pedersen/dpaSegún Germán Picciochi, el cerebro puede tener la capacidad «de ir modelando y optimizando ciertas respuestas emocionales» /Britta Pedersen/dpa

En segundo término, Picciochi explicó: “Las emociones, por definición, son movimientos afectivos intensos y rápidos que despliegan respuestas estereotipadas que vamos puliendo a medida que crecemos. Según parte de este estudio, se pueden observar diferencias estadísticamente significativas entre los patrones de respuesta emocional de personas jóvenes respecto a adultos mayores”.

Y añadió: “Esto se debe a la adquisición de ‘aprendizajes’ en la gestión de nuestras emociones durante el transcurso de nuestra madurez. Las principales diferencias se dieron en el mayor nivel de empatía para las emociones positivas y en una menor inercia afectiva respecto de las emociones negativas. Como muchos otros conceptos en el estudio del psiquismo, la inercia afectiva toma el término de la física general (al igual que estrés o resiliencia). Hace referencia al grado de sostenimiento y perdurabilidad de una emoción una vez que cesa el estímulo que le dio inicio”.

“Más allá de que a medida que maduramos vamos mejorando estas habilidades, la instrucción específica y el entrenamiento de estas aptitudes desde niños, es una estrategia fundamental para pensar un porvenir más armónico para todos nosotros”, dijo el profesional.

Finalmente, Picciochi planteó: “Cuando hablamos de emociones displacenteras, la capacidad para extinguir esa sensación es determinante a la hora evitar el desarrollo de fenómenos de ansiedad, depresión e incluso degeneración involutiva del sistema nervioso central. Y al mismo tiempo, el desarrollo primario de estos cuadros patológicos deviene en una mayor inercia de las emociones negativas”.

Los investigadores de Suiza analizaron "qué sucede no solo cuando yo sufro sino cuando veo a otro sufrir", de acuerdo al análisis del psiquiatra Federico Beines (Getty)Los investigadores de Suiza analizaron «qué sucede no solo cuando yo sufro sino cuando veo a otro sufrir», de acuerdo al análisis del psiquiatra Federico Beines (Getty)

Otro profesional consultado por Infobae fue el psiquiatra Federico Beines (MN 112474). “El estudio muestra cuestiones muy interesantes: qué sucede no solo cuando yo sufro sino cuando veo a otro sufrir. Es decir, indaga en los mecanismos de la empatía. El correlato neuronal de sufrir en carne propia lo que le pasa a otro está siendo investigado a partir de un tipo específico de células que son las neuronas en espejo”, aseveró.

Y agregó: “Por observar lo que hace otro se nos encienden las mismas áreas del cerebro como si lo estuviéramos haciendo nosotros. Y las cuestiones de la empatía, que son bien emocionales, corresponden a otra área del cerebro (el sistema límbico), pero este tipo de neuronas que se activan espontáneamente ante observar a otro están presentes allí. La diferencia es que para experimentar una emoción intervienen muchas más áreas, que interpretan lo que sucede (algo más complejo que el acto motor de comer)”.

Por ende, Beines postuló que para regular las emociones “cuando ya hay un trastorno mental instalado, no alcanza sólo un psicofármaco que actúe en un determinado tipo de circuito neuronal, o una terapia específica o entrenamiento para inhibir una conducta, sino que es importante la intervención psicosocial, aquella en la que está en juego la socialización”.

El psicólogo Alexis Alderete señaló que la psicología busca que las personas puedan "cambiar emociones que le causan un malestar" (Getty)El psicólogo Alexis Alderete señaló que la psicología busca que las personas puedan «cambiar emociones que le causan un malestar» (Getty)

En ese tono, el psicólogo Alexis Alderete (MP 85367) aportó: “Desde la psicología se plantea que el correcto manejo de las emociones logra que la persona pueda sobrellevar y cambiar conductas, emociones, pensamientos y eventos que le causan malestar y aflicción. Si la persona permanece y está expuesta a largo plazo a situaciones de estrés, el sistema de respuesta al estrés y la sobreexposición al cortisol y a otras hormonas del estrés pueden alterar casi todos los procesos del cuerpo”.

De acuerdo a Alderete, bajo estos preceptos se “incrementa el riesgo de padecer muchos problemas de salud, como ansiedad o depresión”. Por lo tanto, “el objetivo de la regulación emocional es reducir el sufrimiento sin deshacerse de las emociones, dado que tienen funciones importantes en nuestras vidas. Las habilidades de regulación emocional ayudan a cambiar las emociones que las personas quieren modificar o reducir”.

Para concluir, el psicólogo indicó: “Hay personas que tuvieron por parte de los responsables de su educación reiteradas situaciones de invalidación emocional. Por ende, nunca desarrollaron la capacidad de poder gestionar sus emociones. Tienen una vivencia con el mundo que no es la más adecuada, ya que cualquier situación o estímulo hace que se desborden emocionalmente, entrando en crisis reiteradas que se observan a través del enojo o la dependencia emocional”.

 

Fuente Infobae

error: Contenido protegido!