«Dios me ayuda y con el poder de él yo sano»

Eva tiene 69 años, es de San Antonio, pero vive en el Barrio Cataratas, relató parte de su vida a LaVozDeCataratas y asegura que dios, "le dio un don para sanar" y eso es lo que la mantiene viva.

Iguazú (LaVozDeCataratas) Eva tiene 69 años, es de San Antonio, pero vive en Iguazú desde que se quedó viuda. «Quedé muito pichada después que morreu mi marido, me quedé sozinha» relata en un portuñol típico de quienes se han criado en la frontera con Brasil.

Confiesa que «no se halla» en esta ciudad, pero «me alegro más porque mi casa está llena de gurisada, cuando sale uno llega otro y todos lo niños que vienen para que yo les cure. Eso me hace ver que Iguazú precisa mucho de mi» añade.

Es madre de seis hijos, «pero crié nueve» asegura: «algunos hijos ajenos que los papás no cuidaban, le dejaron en la calle y yo llevaba para mi en la chacra y le crié a todos. Gracias a mi buen Dios, ninguno de ellos me hicieron pasar vergüenza, todos salieron bien y hoy me agradecen que mediante que yo le cuide están bien».

Su buen dios, también «le dio un don para sanar» y eso es lo que la mantiene viva. Ese privilegio, la acompaña «desde criatura, nosotros jugábamos a la comadre, hacíamos casita y yo siempre fui la doctora del grupo» relata.

«Mi casa siempre fue llena de criaturas, curé de lombrices, de empacho, de «mingua» que es una enfermedad como una anemia, que le deja flaquitos a los niños, quieren dormir nomás, también curé a los chicos que tienen mucha rabia, eso todo yo lo curo» explicó.

Además su don también le ha permitido, según resalta y en las antípodas de las investigaciones médicas, «curar» enfermedades más complejas como «de meningitis también salvé a muchas criaturas, porque la meningitis viene del mal de ojo, le agarra muy fuerte el dolor en la cabeza porque los bebés tienen la cabeza abierta -refiriéndose a la fontanela, es la zona blanda del cráneo del bebé– gracias a mi buen dios, todos los chicos que puse mi mano ninguno no pereció».

También participó de muchos partos: «Nosotros vivíamos muy lejos en el monte, en la chacra y no había colectivo para salir, y cuando las mujeres se acercaba para tener el bebé y no había tiempo para llegar en el médico, entonces yo le atendía».

En ese sentido recordó un dicho popular que reza «Dice en la Biblia -aunque no es así- donde hay mujer no muere mujer». Eva es una mujer de mucha fe, y cuenta que se bautizó en «una iglesia evangélica, y le conté a mi Apóstol que yo tenía ese don, y él me dijo que no podía sacarme el don que Dios me había dado».

Su posibilidad de aliviar males los atribuyó a Dios: «me ayuda y con el poder de él yo sano, yo hago las oraciones, los pedidos y los sacrificios para Dios y él es el que sana, esa es una cosa muy buena que yo siento que hago para los inocentes».

Por mi  edad, «unas veces intenté dejar pero me agarra enfermedades y me quedo en cama y parece que voy a morir, no puedo dejar de hacer, porque tengo miedo, porque si Dios me dio por algo será» finalizó.

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