Se trata del resultado del trabajo de investigación que se originó con la incautación de 180 fusiles desarmados ocurrido en marzo del 2020 en el aeropuerto Guaraní de Minga Guazú. A partir de este procedimiento la Delegación de Represión a Crímenes contra el Patrimonio y Tráfico Internacional de Armas (Delepat) dirigió la investigación que dio lugar a las acciones ejecutadas ayer en Brasil.
Además de las detenciones, también fueron bloqueados bienes por valor de 10 millones de reales, cerca de USD 2 millones aproximadamente. Según la investigación el avión con las armas salió de Miami, Estados Unidos, y aterrizó en el aeropuerto Guaraní para cargar combustible y debía seguir viaje hasta Río de Janeiro, donde los fusiles serían comercializados a organizaciones criminales.
Esta operación contó con la cooperación de agencias de los Estados Unidos y Paraguay. Los detenidos serán procesados por los crímenes de tráfico internacional de armas, comercio ilegal de armas, organización criminal transnacional, lavado de capital y evasión de divisas.
CORREDOR
El Paraguay es considerado una especie de corredor, tanto para armas de alto calibre importadas legalmente, como para armas de calibre restringido, ingresadas de contrabando al país y comercializadas en el mercado negro brasilero.
La mayor parte de las armas adquiridas en el país van a parar en el Brasil, en manos de organizaciones como las del Primer Comando Capital (PCC), con sede en São Paulo, y el Comando Vermelho (CV), ambas vinculadas también con el tráfico de drogas.
La Policía Federal en promedio decomisa unas 10 mil armas por año introducidas ilegalmente al Brasil por Ciudad del Este. Se estima que se trafican unas 30.000 armas de fuego por año desde Paraguay.
En el Paraguay hay 700.000 armas no registradas en poder de ciudadanos y un reconocimiento hecho por directivos de la propia Dirección de Material Bélico (DIMABEL) de las Fuerzas Armadas de estar sobrepasado para el control de la venta de armas, especialmente en zona de frontera.
LUCRATIVO: El tráfico ilegal de armas de fuego es una de las actividades más lucrativas para grupos del crimen organizado, junto al tráfico de drogas y el contrabando de cigarrillos falsificados, productos informáticos y electrónicos, y su mayor auge se da en la zona de la Triple Frontera entre Paraguay, Brasil y Argentina.
En estas regiones proliferan las tiendas dedicadas a la venta de armas en forma legal, pero que pueden ser adquiridas con suma facilidad por los turistas, con la sola presentación de su cédula de identidad, o a veces sin siquiera exigirse este requisito, e introducirlas ilegalmente a los países vecinos.
La Policía Federal considera a la Triple Frontera como el principal mercado de aprovisionamiento de armas de organizaciones criminales brasileñas. Al respecto la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) del Congreso Brasilero estimó en un informe que «el 66% a 80% de los armamentos que llegan al Brasil salen de Paraguay, sin el menor tipo de control o restricción. Ya sean armamentos menores, que viajan escondidos entre ropas, o aún armas de alto calibre, que son transportadas desmontadas en vehículos distintos y vueltas a montar al llegar a destino.
