“¿Cómo se llama la actriz que…?”, “Allá donde íbamos cada verano…”, “¡Ese restaurante que me gusta tanto!…”. A todos nos pasó alguna vez experimentar una niebla cerebral. Olvidamos nombres, fechas y cosas que tuvimos recién en la mano como el celular, las llaves o los anteojos.
A estos desajustes no se los puede tratar como pérdidas de memoria al no ser nada graves: son completamente normales y se explican por la forma en la que funciona el cerebro.
Nuestro cerebro es una gran máquina con un engranaje complejo capaz de hacer muchas cosas a la vez. Sin embargo, hay cosas que almacena y que están destinadas a olvidarse una vez se hayan completado.
La letológica o el porqué olvidamos las palabras: Este fenómeno, llamado letológico (proveniente del griego antiguo lethe -olvido- y logos -palabra-), parece ser más común a medida que las personas aumentan su socialización en persona. En los últimos seis meses, según los datos de Google Trends, hay un aumento en las personas que buscan saber por qué están olvidando las palabras.
Los psicólogos lo definen como un sentimiento que se tiene cuando se sabe la respuesta a una pregunta, pero no se la puede recuperar de la memoria.
Alrededor del 90% de todas las personas experimentan la sensación de “en la punta de la lengua”, independientemente del idioma que se hable.
Los recuerdos se almacenan en el hipocampo a corto plazo, antes de pasar a otras regiones del cerebro. Recuperar un recuerdo es complejo e implica un proceso conocido como reconsolidación de la memoria. Durante la etapa letológica, ese proceso no funciona correctamente.
“Olvidar es una función normal del cerebro, es algo fisiológico porque si lo recordáramos todo sería un grandísimo problema”, asegura el doctor Alberto Villarejo, del grupo de Neurología de la Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
Olvidar una palabra puede ser frustrante, pero la mayoría de las veces la situación se resuelve rápidamente. La palabra vuelve y continuamos. Un estudio realizado por Burke y otros colegas encontró que la mayoría de los estados de la punta de la lengua se curaron espontáneamente, sin demasiados problemas.
De hecho, las personas más jóvenes parecían estar más alteradas por el estado, probando múltiples estrategias activas para obligarse a recordar, mientras que las personas mayores esperaban pasivamente que volviera la palabra. La paciencia podría ser resultado de la confianza de que tarde o temprano, la palabra en cuestión regresa… a la punta de la lengua.