Finalmente, luego de más de 7 años de sufrimiento y espera, la familia de Horacelia Génesis Marasca (16) obtuvo justicia. El Tribunal Penal 2 de Posadas condenó a Martín Fernando Monzón (39) a la pena de prisión perpetua por el femicidio de la joven, ocurrido el 16 de agosto de 2015.
Los jueces César Antonio Yaya, Gregorio Augusto Busse y Fernando Luis Verón firmaron la pena máxima para Monzón por ser encontrado como “autor material penalmente responsable del delito de homicidio calificado por el vínculo y alevosía”, previsto en el artículo 80 inciso 1 y artículo 45 del Código Penal Argentino.
Uno de los casos de mayor conmoción registrados en la Justicia misionera tuvo un cierre ejemplar, luego de que este jueves los magistrados escucharan los alegatos del fiscal Vladimir Glinka y el defensor del acusado, Miguel Varela y deliberaran varios minutos antes de dar el fallo final.
ALEGATOS. Los jueces escuchan este jueves al fiscal Vladimir Glinka (derecha) y al defensor de Monzón, Miguel Varela (izquierda).
Para el Ministerio Público Fiscal, representado por Glinka, al encartado le correspondía la pena máxima, es decir, prisión perpetua por el delito de “homicidio calificado por el vínculo y alevosía”, perpetrado de tres puñaladas en agosto de 2015 en la casa de Villa Cabello, que el acusado compartía con Horacelia y su bebé de siete meses.
Por su parte, el defensor Miguel Varela había pedido la absolución de su defendido, o bien, la pena mínima como autor de “homicidio bajo emoción violenta”.
Fueron ocho largas jornadas en el Tribunal Penal 2 de Posadas, donde pasaron varios testigos claves que complicaron los testimonios brindados por Monzón, quien insistió en que la muerte de Horacelia fue accidental luego de una discusión y pelea, según el expediente.
“Lamento mucho lo que sucedió, lo lamento por ella, por nuestro hijo y por mí”
Martín Monzón se expresó frente al Tribunal y dijo sus últimas palabras antes que el juicio pase a cuarto intermedio para que los jueces deliberen el fallo final.
El acusado se sentó en el estrado y siguió en la misma línea de defensa. Con una cara de “poker”, sin ninguna muestra de emoción apuntó que “en ese momento (el del asesinato) me tenía acorralado y no supe como defenderme. Ella (Horacelia) me ataca con furia y no me dio la oportunidad de correr, como veces anteriores”.
“Lamento mucho lo que sucedió. Lo lamento por ella, por nuestro hijo, pero también lo lamento por mí, porque yo la quería mucho, yo la admiraba”, manifestó a los jueces.
Y agregó que “no entiendo mucho la parte técnica, sólo entiendo el dolor que me provoca el hecho en sí, porque es algo que me va removiendo desde el momento hasta hoy en día. Está en mi cabeza presente todo el tiempo y tengo que vivir con eso. Nada más”, cerró.