Arabia Saudita e Irán anunciaron este viernes que pactaron restablecer lazos diplomáticos tras siete años de hostilidades, en un acuerdo entre los archienemigos regionales que podría tener amplias implicaciones para el Medio Oriente.
Riad y Teherán tienen previsto reabrir sus embajadas en un plazo de dos meses en virtud de un acuerdo mediado por China, según informaron Arabia Saudita e Irán en una declaración conjunta tras las conversaciones mantenidas este viernes en Beijing.
También esperan volver a aplicar un pacto de seguridad firmado hace 22 años por el que ambas partes acordaron cooperar en la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico y el lavado de dinero, así como reactivar un acuerdo comercial y tecnológico de 1998.
El anuncio de este viernes es también una victoria diplomática para China en una región del Golfo que durante mucho tiempo se ha considerado parte del dominio de influencia de Estados Unidos. Se produce en un momento en el que el Gobierno de Biden intenta anotarse su propia victoria en el Medio Oriente al tratar de negociar un pacto de normalización entre Israel y Arabia Saudita.
Según los medios de comunicación estatales iraníes, desde el 6 de marzo se celebran conversaciones en Beijing entre el jefe de Seguridad Nacional de Irán, Ali Shamkhani, el asesor del Consejo de Seguridad Nacional de Arabia Saudita, Mosaed Bin Mohammad Al-Aiban, y el jefe de la diplomacia china, Wang Yi.
En el video de la ceremonia de firma emitido por los medios iraníes se veía a los funcionarios sentados alrededor de mesas en lados opuestos con las banderas de Arabia Saudita, Irán y China a su alrededor.
«Seguiremos desempeñando un papel constructivo en la gestión adecuada de las cuestiones conflictivas del mundo actual, de acuerdo con los deseos de todos los países, y demostraremos nuestra responsabilidad como país importante», dijo Wang, añadiendo que el presidente de China, Xi Jinping, lo respaldó desde el principio.
En un aparente contragolpe a la influencia estadounidense, Wang afirmó que «el mundo no se limita a la cuestión de Ucrania», al tiempo que subrayó que el destino de Oriente Próximo debe ser determinado por los pueblos de Oriente Próximo.
«Los ministros de Relaciones Exteriores de ambos países se reunirán para implementar esta decisión y tomar las medidas necesarias para el intercambio de embajadores», dice la declaración conjunta. «Las dos partes acuerdan respetar la soberanía y la no injerencia en los asuntos internos de la otra».
Arabia Saudita e Irán habían mantenido anteriormente conversaciones encaminadas a la reconciliación en Omán e Iraq.
Riad rompió lazos con Teherán en 2016 después de que manifestantes iraníes asaltaran la embajada saudí en la capital iraní tras la ejecución de un clérigo chií en Arabia Saudita. Desde entonces, han librado una guerra por poderes que ha implicado a varios países vecinos, acercando cada vez más la región a la guerra.
En Yemen, los dos países han apoyado a bandos opuestos de una guerra civil que Naciones Unidas ha descrito como una de las peores crisis humanitarias del mundo. Desde allí, los rebeldes hutíes han disparado misiles tanto contra Arabia Saudita como contra Emiratos Árabes Unidos, apuntando a infraestructuras petroleras vitales para sus economías.
Sin embargo, Arabia Saudita ha entablado conversaciones directas con los hutíes, y parece que se mantiene un alto al fuego no oficial.
El ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Hossein Amir-Abdollahian, celebró el acuerdo y afirmó que Teherán intensificaría sus esfuerzos diplomáticos en la región.
«La normalización de las relaciones entre Irán y Arabia Saudita fortalece a los dos países, a la región y al mundo musulmán», tuiteó Amir-Abdollahian este viernes.
Teherán se encuentra cada vez más aislado en la escena internacional. Las conversaciones con las potencias mundiales para reactivar el pacto nuclear iraní de 2015 están congeladas y las relaciones con los países occidentales se han vuelto aún más tensas debido a la brutal represión de las protestas iniciadas en septiembre por la República Islámica.
Rusia, el principal aliado internacional de Irán, está ocupado con la guerra en Ucrania, mientras que China, su otro aliado, ha cortejado últimamente a Arabia Saudita, archirrival de Teherán.
«Para Arabia Saudita, el acercamiento a Irán es una parte clave de una gran ofensiva diplomática en todos los frentes», dijo Hussein Ibish, académico residente sénior en el Instituto de los Estados Árabes del Golfo en Washington. «Del mismo modo que Arabia Saudita normaliza las relaciones con Irán, se produce un marco potencial para, con el tiempo, quizás, normalizar también con Israel».
«El hecho de que se haya acordado en Beijing es muy significativo para China y su ascenso como actor diplomático y estratégico en la región del Golfo», dijo Ibish. «Esto parece reconocer el papel único de China al ser capaz de mediar en las relaciones entre Teherán y Riad, entrando en una posición que antes habían ocupado los países europeos, si no Estados Unidos, y esto no será especialmente del agrado de Washington».
La reconciliación se produce mientras China amplía sus contactos diplomáticos en el mundo árabe. En diciembre, el presidente de China, Xi Jinping, fue recibido en Riad en una extravagante ceremonia en el marco de una visita que reunió a 14 jefes de Estado árabes. Eso fue solo unos meses después de una reunión relativamente discreta con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, cuya relación con Arabia Saudita ha sido distante.
«El papel de China como intermediario es sorprendente y podría presagiar una posición diplomática más audaz», afirmó Sanam Vakil, investigador principal del programa para el Medio Oriente y el Norte de África del grupo de reflexión Chatham House de Londres.
«Pero debemos ser cautos a la hora de exagerar las intenciones de Beijing. Se trata más bien de los intereses de China en la región. China ha reunido a dos actores clave –el regional y el económico– con el propósito de reducir las tensiones regionales y facilitar un mayor compromiso económico con ambos».
Fuente CNN