Oberá: “Mi hijo incendió nuestra casa porque es un adicto, quiero que lo internen”

Pidió la mamá del joven de 28 años de Oberá que, tras discutir con su hermana, prendió fuego la casa con su familia adentro. “La mitad de los que piden ayuda dejan el tratamiento, tienen una capacidad muy grande de engañar y mentirse a ellos mismos”, contó un exadicto que hoy ayuda a otros.

La problemática de la drogadicción desgarra a cada vez más familias misioneras y, según advirtieron desde la Pastoral de Adicciones de la Diócesis Oberá, “es imposible combatir el avance del consumo sin las herramientas necesarias y acordes. Hacemos todo lo que está a nuestro alcance, pero sin un centro de rehabilitación en muchos casos debemos aceptar la derrota”, lamentaron.

El caso del joven obereño que incendió la vivienda familiar, con su familia adentro, recorrió los medios locales. En diálogo, su mamá Clara Falcon, contó el drama que sufre y pidió ayuda para poder tratar a su hijo. “Perdimos todo lo que teníamos, yo no estaba, me llamaron y cuando llegué ya estaba todo quemado”, expresó.

Según contó Clara, “él discutió con una de sus hermanas y ahí hizo lo que hizo, porque es un adicto. Quiero que hagan algo con él, que le internen, que vean que pueden hacer con la droga que él consume”.

No es la primera vez que su hijo actúa sin control, “hace unos meses quemó su propia casa y ahora la nuestra. Ya no sé qué hacer”, confió frustrada la mujer, una de las tantas madres que padece la adicción de un hijo y no encuentra una red de contención y tratamiento acorde para el grado de dependencia al consumo de su hijo.

“Hay que insistir, que el adicto sienta que estamos siempre”:  Fernando, adicto en recuperación, quien lleva años en la tarea de ayudar a personas sufrientes y a sus familias, afirmó que es posible la rehabilitación. Oberá cuenta con los grupos de autoayuda, Alcohólicos Anónimos y Narcóticos Anónimos, además está la Pastoral de Adicciones, el área de Salud Mental del Hospital SAMIC y el departamento afín del Gobierno local. Sin embargo, la necesidad de un Centro de Rehabilitación, que contemple internación, sigue siendo la promesa incumplida y gran deuda del Estado provincial.

 

“Para quien padece la enfermedad, la recuperación es hermosa. Hay que poner mucho esfuerzo, ser valiente e informarse. No a todos les llega en el momento exacto la ayuda para tomar la decisión de dejar las drogas. Por eso hay que insistir, esperar al adicto, que entienda que estamos siempre” señaló Fernando. “Tanto Alcohólicos Anónimos, como Narcóticos Anónimos son programas perfectos, siempre y cuando se cumplan. La vida de hoy transita una época de mucho consumo, egoísmo, de pocos valores”, reflexionó.

 

El esfuerzo común y no bajar los brazos, debe ser el norte. “La demanda es demasiada, no alcanzamos a cubrir todo. La salud mental es muy importante y de eso depende la felicidad de una ciudad. Creo que se habla poco del tema. Estamos en un pueblo que dejamos bastante de lado lo espiritual y es importante para sostener la recuperación. Los grupos están funcionando bien, ayuda a personas que toman conciencia de su enfermedad y siguen participando. Los grupos de mutua ayuda son fantásticos, son grupos que salvan vida. También la Pastoral realiza un trabajo interdisciplinario extraordinario, con muchos profesionales”, aseguró.

    

Centro de Acompañamiento

 

La mitad abandona el tratamiento:  Fernando lamentó que las herramientas con las que se cuenta y el voluntariado, no siempre alcanzan. “No siempre tenemos éxito en que dejen de consumir, pero que se acerquen es el primer paso y que vuelvan cada vez que recaen también es importante y siempre estamos. Vemos chicos que a muy corta edad empiezan a consumir. El año que viene dicen que empezarán a construir el centro de recuperación en Oberá. Hace mucha falta. Los barrios periféricos son los que más sufren, hay poca información y los padres no saben qué hacer”, señaló.

Los datos estadísticos exponen la realidad. “De los que se acercan, menos del 50% se queda, vemos cómo abandonan el tratamiento y el proceso de recuperación. Tienen una capacidad muy grande de engañar y mentirse a ellos mismos. La enfermedad va por ahí. Pero tenemos que seguir trabajando, dar más información de que se puede y hay lugares donde se hace mucho por contenerlos. Es una situación difícil y cada vez se ve más. Las que llegan a pedir ayuda en general son las mamás, desesperadas por sus hijos”.

Fuente Primera Edición

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