Un iguazuense en «El Reto del Indio», la maratón que une el océano Atlántico y Pacífico en Panamá

 El Reto del Indio es una carrera Ultra sin fines de lucro que se hace en el verano de Panamá y atraviesa el Istmo de Océano a Océano, saliendo desde las arenas del Mar Caribe, en la Provincia de Colón, cruzando las montañas de Panamá Oeste y Coclé hasta llegar a Playa Blanca en el Océano Pacífico. Una buena parte de la ruta de montaña, subiendo hacia El Valle de Antón, va bordeando el Rio Indio y de ahí nace el nombre de la carrera.

Iguazú (LaVozDeCataratas) Alejandro Javier Moreyra, es de Iguazú y cumplió el sueño de unir el océano pacífico y atlántico a través de esta carrera. Sobre cómo se involucró en las maratones, relató que «Estando acá, Diego Encina y Horacio Maceda me invitaron un domingo a correr y ahí empecé a correr trail y empecé a formar parte de ese grupo» haciendo referencia a Iguazú Corre.

Como la familia de su esposa es panameña, viajan en repetidas ocasiones a ese país. Fue así que conoció el Reto del Indio: “Ya había visto esta carrera que se hacía en Panamá porque empezaba a buscar más cosas de trail y me gustó la idea de pasar del océano atlántico al océano pacífico y atravesar la cordillera de centro américa. Era de 130 kilómetros, después la aumentaron a 160″ explicó a LaVozDeCataratas.

«Cuando la vi, me gustó y me empecé a preparar, dije quiero llegar a esto y participé de varias carreras, incluso Yabotí que son 100 kilómetros el año pasado y fue como una prueba» señaló.

Llegó a Panamá el 24 de diciembre del año pasado para pasar las fiestas con su familia y entrenó en una zona de sierras, donde la familia de su esposa tiene una casa, esto le permitió prepararse para finalmente aceptar el desafío los primeros días de marzo.

«La carrera en sí, es muy buena, uno sale de la ciudad de Panamá en un bus, que te lleva hacia el lado del océano atlántico. La tradición es tocar el agua de un océano, para después llegar y tocar el agua del otro, pero corriendo más de un día en el medio» afirmó.

 

La carrera comenzó el 3 de marzo a las 6 de la tarde, eran pocos los participantes para la distancia que eligió Alejandro. “Se sale y en seguida empieza a agarrar altura el camino” recordó. Aproximadamente cada 10 kilómetros se encontraban puestos de hidratación, alimentos livianos y la tradicional “sopa de pollo que hacen allá, que es característica y le dicen levanta muertos, porque es bastante fuerte. En algunos puestos hacían fiesta, ponían música, en uno de los puestos, un chico me dijo esto es para vos y comenzó a tirar fuegos artificiales” relató emocionado.

“Eran parajes rurales, bastante inhóspitos y cruces sorpresivos entre las sierras. La gente estaba afuera esperando que pasen los corredores, había chicos que se juntaban a correr a lado de uno, nos aplaudían” añadió.

“Todo el recorrido se hace con maps y uno tiene la obligación de ir con un reloj con GPS, si bien la ruta en algunas partes está marcada, pero con el reloj uno no se pierde” mencionó .

“Al ser pocas personas, después de las primeras cuatro o cinco horas, como que cada uno había tomado su camino, no te cruzas más con nadie, no ves a nadie adelante, ni atrás. Solo me tocó pasar a una persona que tenía muy lastimado los pies. Después llegando al final de la carrera, otro muchacho venía más rápido que yo, y me pasó, pero fue el único contacto que tuve» insistió.

«La mejor parte fue la noche, había luna llena, se veía bastante bien». La parte más difícil fue “Llegando al pacífico, no hay tanta vegetación y es bastante arenoso, me toco a la hora de la siesta y con el sol hacía muchísimo calor. La llegada al mar, a la meta, es un hotel que tiene todo incluído que es lo de menos porque uno llega con ganas de terminar la carrera”.

Son 160 los kilómetros que Alejandro recorrió en 27 horas y 37 minutos y se quedó con el segundo puesto de la competencia, en la categoría Mayores de 44 años, y sexto de la competencia general.

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