Iguazú (LaVozDeCataratas-Pamela Leite) Dar a luz a un bebé implica un montón de cambios en la madre que solo quienes lo han sido pueden explicar. Tienen la gran responsabilidad de cuidar de un pequeño ser que depende al 100% de ellas, pero a la vez, deben seguir con sus propias vidas y cumplir con responsabilidades asignadas culturalmente.
La mayoría de las madres vuelven a trabajar en los primeros meses de vida del bebé y no son pocas las personas que quieren que “trabajen como si no fueran madres, pero que sean madres como si no trabajasen”. La carga emocional, se suma a la física y en muchas oportunidades ésta no es acompañada. La mamá debe seguir y seguir con su bebé a cuestas, seguir trabajando, seguir con las tareas del hogar, seguir siendo pareja, hija o empleada. Se calla lo que siente para no ser juzgada, y esconde su cansancio, sus temores y dudas, cuando está sola llora, y eso la hace sentir culpable también. Cuando tiene un momento, mira a su bebé y se pregunta ¿lo estaré haciendo bien?.
Actividades básicas como bañarse, comer o dormir se ven interrumpidas y acortadas lo que repercute en el ánimo general. Pero a pesar de ello, las mamás también deben ser felices y no se pueden quejar: “Pero tenés un marido que te ayuda, agradecé que es sano, hay gente que la pasa peor, yo crié a dos juntos, yo fui mamá, trabajaba y estudiaba” son voces sin empatía que se repiten y van dejando huellas en la salud mental. La mamá es consciente que debe suprimir todas sus emociones para cuidar a su recién nacido, pero olvida que su salud mental también importa en su desarrollo.
Cada año, una de cada cinco mujeres en todo el mundo experimentan algún tipo de trastorno del estado de ánimo y de ansiedad en el período perinatal. La más común es la tristeza postparto que experimentan entre el 50 y el 80% de las mujeres luego de dar a luz. Dicho término se usa para describir cambios leves en el estado de ánimo, así como sentimientos de preocupación, infelicidad y agotamiento.
La falta de detección, acompañamiento y tratamiento tiene consecuencias a largo plazo para la salud de la madre, pero también para la salud del bebé y del resto de su familia. Es por ello que es fundamental que todas las mujeres, independientemente de su procedencia, edad o nivel de ingresos, tengan acceso a unos servicios de salud mental perinatal de calidad.
Esta semana es para visibilizar estos problemas y ser más empáticos, acompañar sin juzgar los sentimientos de la madre y entender que cada maternidad es diferente al igual que cada mujer. También para identificar los signos de alerta que indican que se necesita ayuda profesional y recurrir a ella sin prejuicios ni culpabilidades.
Maternidades felices devendrá en infancias felices.
*Pamela Leite. Mamá y Comunicadora Social. Periodista de LaVozdeCataratas