“No sabemos qué hacer, no podemos dormir, estamos desesperados de miedo. Nos despertaron en la cama dos asaltantes con cuchillos, nos golpearon durante tres horas. Todo ese tiempo bajo amenazas de muerte si no les dábamos dinero y nosotros trabajamos pero no guardamos eso en la casa, al contrario para que los pesos no pierdan valor compramos insumos, pagamos sueldos, invertimos directamente”.
Jonathan Rasmusen tiene 40 años y nació en Oberá. Montó con su familia en Posadas -y varias localidades de la provincia- un emprendimiento (Maderam) de construcción de viviendas de madera. Trabaja en la incertidumbre económica pero desde hace siete días le sumó el miedo a perder la vida por la inseguridad.
Entre las 2.30 y 5.45 del sábado 15 de julio junto a su esposa de 30 años atravesó el lapso más cruel que haya imaginado, fueron sorprendidos en la habitación de su casa en el barrio Villa Bonita de Posadas por dos asaltantes que a punta de cuchillo y puñetazos los ataron a ambos con las manos en la espalda con sogas y los sometieron a la tortura física y psicológica extrema para que dijeran dónde tenían una caja fuerte con billetes.
“No tenemos dinero en casa, sí una caja fuerte pero de esas portátiles y que siempre está vacía. Fue lo primero que les indiqué y como no tenía nada volvieron a golpearme por todos lados furiosos. A mi esposa le hicieron lo mismo y también la manosearon”, relató Rasmusen.
“Tres horas de tortura sufrimos, estamos desesperados, nos masacraron a golpes y rompieron toda la casa buscando lo que no tenemos. Con un parlante pequeño, tres celulares, maquillajes y un perfume de mi pareja se fueron como llegaron, saltaron el muro de tres metros trasero y caminaron tranquilamente. Antes buscaron los discos de la computadora de las cámaras de seguridad y se los llevaron también”.
Rasmusen aseguró que el episodio “fue aún más terrorífico porque me metieron atado en el baño y en la antesala o antebaño la dejaron a mi esposa. Mientras escapaban los asaltantes ella logró soltarse pero uno de ellos volvió y al verla le dijo: “¡Ah si! Te portaste mal y no hiciste caso’. Comenzó a manosearla de nuevo y yo desesperado no me podía soltar del otro lado de la puerta. No la violó de milagro y se fue”.
EVIDENCIA. Uno de los cuchillos fue olvidado sobre una mesa de luz de las víctimas.
“Desde ese momento nuestras vidas están arruinadas, no podemos pensar del miedo, no dormimos, no sabemos qué hacer. Todavía no tenemos hijos, pero yo pensaba que si esto ocurría frente a un hijo mío no me iba a dejar atar para intentar protegerlo, nos habrían matado a todos. Es desesperante la situación”.
El hecho delictivo fue alertado de inmediato al Centro Integral de Operaciones 911 y además de los efectivos policiales de guardia, llegaron a la vivienda de calle 55 los peritos de la Policía Científica: “Tomaron huellas por todos lados y se fueron sin ver que en la mesita de luz de nuestra habitación quedó uno de los cuchillos”, contó Rasmusen y agregó: “Los delincuentes actuaron encapuchados y con guantes de látex que dejaron tirados, también los cuchillos. Lo único que recuerdo bien es que eran jóvenes de 25 años aproximadamente y tenían tonada misionera de la zona próxima al río Uruguay, abrasilerada como le dicen pero en castellano hablaban. Ropa oscura vestían y uno tenía un buzo con el escudo de River Plate, más no vi porque me molieron a golpes y obligaban a mirar al piso. Se nos tiraron encima y despertaron con los cuchillos apoyados en el cuerpo. A mí en la espalda y a mi pareja en el cuello. Nos ataron rápido, no nos resistimos y les repetíamos que no teníamos dinero. Les dije que se llevaran la camioneta, que cargaran todo lo que querían y se fueran pero no me creían que no teníamos billetes. Así, atados y torturados durante tres horas”.
“La policía hizo lo que pudo, nos calmaron y tomaron huellas con un polvo negro por toda la casa y con cinta de embalaje levantaron algunos rastros, pero más que eso no pasó. La empresa que tenemos está acá cerca y esas cámaras captaron a dos personas con mochila caminando y alejándose. Presuntamente a personas similares las vieron merodear un día antes, pero más datos no hay, ni sospechas”.
“Trabajamos mucho, pagamos impuestos, cumplimos con nuestros empleados, no somos millonarios, construimos y reinvertimos el dinero, no nos da para cajas fuertes con billetes. Casi seguro les pasaron mal el dato. Pero nosotros ahora nos sentimos abandonados, no sabemos qué hacer, abusaron de mi pareja, nos torturaron. ¿Cómo nos vamos a recuperar?”.