Despedida del Ará Pyau en la Comunidad Mbororé

"El 21 de septiembre marca el comienzo del año nuevo para nosotros, con la ceremonia de nombramiento de los niños. Hoy, el 30 de septiembre, nos despedimos pidiendo a Ñanderu Ñamandú que cuide nuestra tierra y nuestra naturaleza. Sin ella, no podemos vivir", explicó el cacique Silvino Moreira a LavozDeCataratas.

Iguazú,(LavozDeCataratas) Cada 21 de septiembre, la comunidad Guaraní celebra el Ara Pyau o Año Nuevo Mbya, una festividad que marca el inicio de un nuevo ciclo vital en su cultura ancestral. Durante esta celebración, los Opyguá, los Guías Espirituales, llevan a cabo rituales de agradecimiento a Ñanderueté (el padre) y Ñandesyeté (la madre), quienes encomiendan a Tupá para bendecir a todos los presentes.

Este año, la festividad culminó el 30 de septiembre con una despedida pidiendo a Ñanderu Ñamandú, su Dios Sagrado, que proteja la naturaleza y el medio ambiente.

El llamado a la conciencia ambiental fue enfatizado por el coro de niños, que unieron sus voces para pedir fuerza a Dios y conciencia a aquellos que pueden influir en la protección y preservación de la naturaleza. » Pedimos a nuestro Dios que pueda llegar a los corazones de cada persona para que no contaminen, cuiden el agua, vemos la necesidad de los arboles no tenemos sombra, estamos quedando sin selva» concluyo el cacique Moreira.

La celebración del Ara Pyau no solo es un recordatorio de la riqueza cultural y espiritual de los Guaraníes, sino también un llamado urgente a la acción para proteger el medio ambiente y salvaguardar la belleza natural que todos compartimos.

El Año Nuevo Mbyá corresponde a un antiguo festejo donde según este pueblo el origen del mundo surgió cuando en medio de la noche originaria, Ñamandú, el padre, se irguió desde los pies y convirtió sus brazos y manos en ramas que agitaba el viento. Una corona de flores rodeó su cabeza mientras revoloteaba el colibrí, el pájaro primero.

Ñamandú, habló y de su palabra nacieron los dioses, padres de los hombres: Jakairá, Karaí, Tupá y Ñamandú Py’a Guachú. Luego desplegó la tierra y la bóveda celeste a la que sostuvo con cuatro palmeras de Pindó azul, al Este, al Oeste, al Norte y al Sur, y agregó otra en el centro.

Inmediatamente creó la selva y puso en ella a la cigarra, creó los ríos y les dio el renacuajo, creó el mundo subterráneo y al tatú que fue el primero en llegar hasta él y creó la noche donde reina la lechuza.

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