La mayoría de los políticos pasan décadas preparándose para llegar a la Presidencia, pero pocos lo logran. Javier Milei, economista de 53 años cumplidos el día de la elección general, ex arquero de un equipo de fútbol, que lideró una banda de música y se hizo conocido en todo el país por sus extravagantes apariciones en TV, acaba de quedarse con la conducción de la Casa Rosada después de menos de 24 meses en el sector público.
Su cortísima historia política empezó en 2021, cuando decidió postularse como candidato a diputado nacional por primera vez. Su única trayectoria en el Estado había sido treinta años antes, con una pasantía de meses en el Banco Central. Pero desde entonces se empleó siempre en el sector privado, en relación de dependencia, como en el grupo Corporación América, o como consultor cuentapropista, así como profesor en universidades privadas. En paralelo, desarrollaba la veta artística que luego volcaría en los medios, su trampolín hacia el estrellato, y en redes sociales, con impulso principalmente de los jóvenes desencantados con el sistema, seducidos por su histriónico perfil.
Se embarcó en la política formal desde Avanza Libertad, el partido creado por otro economista de perfil similar, José Luis Espert, el primer líder de la nueva ola de la derecha en Argentina que, antes que Milei, había crecido al calor de los sets de TV, y se había sorprendido por la corta edad de sus seguidores, que lo conocían a través de las plataformas digitales y luego lo visitaban en persona en actividades públicas.
Aquella sociedad duró poco. Si bien Espert le abrió el camino a Milei para hacerse de una banca en la Cámara baja, en 2021, con el pasar de los meses de trabajo en conjunto la sintonía del principio empezó a diluirse y se multiplicaron los roces. Dicen los libertarios que el jefe del espacio se veía disminuido junto al menos experimentado profesor, que crecía en popularidad a medida que proponía medidas radicales contra la inflación del la destrucción del Banco Central y la dolarización como respuesta a la inflación.
En 2023, envuelto en un escándalo por el financiamiento de su campaña, Espert terminó aceptando una propuesta del entonces líder presidenciable de Pro, Horacio Rodríguez Larreta, que le había ofrecido sumarse a Juntos por el Cambio para ayudarlo a limpiarse y, para su propio provecho, neutralizarlo como competencia opositora.
Cambiemos también le ofreció a Milei sumarse a las filas amarillas, pero el libertario rechazó la oferta y se dispuso a desarrollar su propia marca inspirada en la de su ex socio, con vistas a las Presidenciales. Asistido por su hermana, Karina, creó el frente La Libertad Avanza con ayuda jurídica de apoderados de los sellos de partidos menores, históricos y prácticamente extintos en la práctica, pero formalmente inscriptos: el Partido Demócrata, el Partido Libertario, Fuerza Republicana, la Unión Celeste y Blanco, el Partido Fe y el Partido Renovador Federal. A la par, empezó a dedicarse a tiempo completo a preparar el terreno para una candidatura: multiplicó sus apariciones en TV con altos niveles de rating, tomó clases de oratoria, creó actos políticos de cuidada escenografía, con la dirección de Karina; y sumó expertos en redes sociales a su equipo.
En los últimos dos años su nivel de conocimiento aumentó de forma exponencial, en buena parte gracias a Twitter -devenido en X-, donde sumaba seguidores de a centenares por semana bajo el apodo “El León”. Y fue en la red social de Elon Musk donde también conectó con algunos de sus referentes más cercanos. A Victoria Villarruel, por ejemplo, la conoció entre tuits y retuits celestes durante los debates que se armaban en la plataforma mientras se debatía la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) en el Congreso. Y luego descubrieron que, además del rechazo al aborto legal, coincidían en una variedad de temas de la agenda conservadora, como la necesidad de implementar la “mano dura” para combatir la inseguridad, y la reivindicación de las víctimas de la guerrilla durante los 70, eje central de militancia de la abogada.
Dos años, cuando ya habían forjado una amistad más allá de la virtualidad, y Milei le propuso que lo acompañara en la boleta de diputados por la Ciudad. La abogada había logrado cierta fama, aunque en menor medida, con sus polémicas irrupciones en TV, donde admitía su relación con el dictador condenado por delitos de lesa humanidad, Jorge Rafael Videla, colaborador de uno de sus libros, y coqueteaba con la Teoría de los Dos Demonios, que equipara el terrorismo de Estado con las acciones de organizaciones civiles armadas como el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y Montoneros.
En el camino de Milei hacia las profundidades de la arena política, además de Espert, tuvieron un rol crucial dos ex colaboradores y candidatos de Marco Lavagna, el hijo del ex ministro de Economía de Néstor Kirchner, Roberto Lavagna. Ramiro Marra y Eugenio Casielles, amigos del secundario y aliados partidarios, que habían trabajado en la campaña del actual titular del Indec en 2019, vieron en el llamativo economista una figura novedosa, prometedora frente al electorado en un contexto de crisis de representación. Y en tiempo record lo ayudaron a tender puentes con el mundillo partidario, que conocían bien. Especialmente del Pro de Macri y del Frente Renovador de Sergio Massa. Este último luego le aportaría ayuda, en las sombras, para armar sus nóminas de candidatos, un proceso no exento de polémicas por las acusaciones en la Justicia de venta de lugares en las listas.
Fue Marra quien, también, le presentó a Santiago Caputo, otro compañero del colegio Manuel Belgrano de la dupla fundadora. Especialista en campañas electorales y familiar lejano del amigo y socio de Macri, Nicolás Caputo, el joven de 37 años había trabajado en el equipo del consultor estrella de Cambiemos, Jaime Durán Barba, entre 2011 y 2015, hasta que se alejó de esas filas disconforme con el rumbo. En 2021, empezó a asesorar a Milei de manera informal, pero el vínculo se volvió personal y Caputo se transformó en uno de sus colaboradores de máxima confianza, aunque con perfil muy bajo.
El último tramo de la campaña fue el más político para Milei, que siempre renegó de la rosca y delegó lo más que pudo en su hermana las negociaciones con sus pares. Desde que se sorprendió a sí mismo con el triunfo en la PASO detectó que su principal punto débil era la falta de experiencia y de equipos, una característica que tanto el Gobierno como Juntos por el Cambio le enrostraban cada vez que tenían oportunidad. Decidió, entonces, implementar un proceso de profesionalización de su fuerza. El movimiento fue gradual pero sostenido. En cuestión de semanas, Milei empezó a conformar equipos de gobierno -sumó principalmente a empresarios, como Guillermo Francos, Nicolás Posse y Sandra Pettovello-; detalló cuáles serían las carteras que dejaría en pie y las que eliminaría, y anunció los nombres de varios de los futuros ministros y secretarios, aunque siempre se reservó al titular de Hacienda, aún desconocido.
Además, implementó un sistema de control de daños en la comunicación a través de sus voceros, para empezar a relativizar sus propuestas más polémicas. Pero no fue suficiente. El revés del segundo puesto en las Generales demostró que la llamada ‘campaña del miedo’ había causado el efecto deseado por el Gobierno entre los votantes indecisos, que se volcaron por el cordobés Juan Schiaretti, por la titular de Pro, Patricia Bullrich, por la candidata de la izquierda, Myriam Bregman, y por el propio Massa, dejando a LLA estancado en el piso de 30 puntos que le había dado la mayor alegría política de su vida en las PASO de agosto y fueron insuficientes para coronarlo con el primer lugar en octubre.
Golpeado por el resultado, que esperaba fuera mucho más holgado, apenas después de la elección profundizó aún más la moderación de sus mensajes de cara al balotaje. Pidió que se limitara a cuatro la cantidad de dirigentes-voceros del espacio para evitar errores en el tramo electoral crítico (un paréntesis en el ejercicio de libertad total que pregona para el funcionamiento de su espacio); y pactó en dos días una alianza con el Pro de Macri y Patricia Bullrich, aunque con advertencias de que sólo era un apoyo “incondicional” y no con vistas a un futuro go-gobierno.
Fuente: Infobae