«El merendero en sí aún no ha comenzado porque no tenemos suficientes suministros. Entregamos lo que nos llega o lo que tenemos y brindamos clases de apoyo para los niños que lo necesitan», explicó sobre la forma en que están operando en este momento.

En el Barrio Bicentenario, otro sector donde los merenderos desempeñan un papel vital para las familias, las voluntarias enfrentan dificultades para mantener la operación. Martha Saenger, integrante de uno de los merenderos del barrio, contó a LaVozDeCataratas que «antes podíamos sostenerlos con compañeras mujeres trabajando arduamente, vendiendo artesanías, buscando donaciones o incluso poniendo dinero de sus propios bolsillos. Pero hoy ya no se puede debido a la inflación. Las mujeres que trabajan en esto ya no saben qué hacer, porque cada día aumenta el número de niños y familias, y no hay respuestas de ningún lado».

La situación resalta la creciente brecha entre la necesidad de asistencia alimentaria y los recursos disponibles, destacando la urgencia de medidas para abordar la problemática económica y garantizar el acceso equitativo a los alimentos básicos en la comunidad.