En el corazón de esta efervescencia festiva se encuentra Yaguareté, una comparsa que va más allá de la tradición, convirtiéndose en una verdadera familia. Con más de dos décadas de trayectoria, sus integrantes, desde niños hasta adultos de 55 años, se embarcan juntos en la tarea de confeccionar trajes, armar casquetes y preparar carrozas, a veces trabajando hasta el amanecer. Este año, la comparsa se destacó por su inclusión, contando con la participación de niños con discapacidades diferentes y miembros de la comunidad LGBTQ+.

Después de tres años de ausencia, Yaguareté decidió regresar a la pista de carnaval con renovado ímpetu. Motivados por el deseo de sus integrantes, la comparsa renació como el ave mítica Fénix, emergiendo de las cenizas con una fuerza renovada. Con la venta de pastelitos y el apoyo generoso de los padres, sin financiamiento externo, Yaguareté demostró que la pasión y la unidad pueden vencer cualquier obstáculo en el camino hacia el éxito.

Con más de ochenta integrantes y una impresionante carroza del Fénix, Yaguareté desfiló las tres noches de carnaval en la avenida Las Calandrias, recibiendo el reconocimiento y el aplauso del público. Su victoria no solo representa un logro en el ámbito del carnaval, sino también un símbolo de resiliencia y orgullo para la comunidad de Iguazú.

En palabras de Ana Rodríguez, una de las líderes de Yaguareté: «Estoy muy emocionada y agradecida a cada uno de los integrantes de mi familia Yaguareté, muy orgullosa de todos. Nos costó mucho recomenzar, pero gracias al esfuerzo y entrega de todos, logramos resurgir».

Por su parte, Luis Rabanal, otro miembro destacado de la comparsa, agregó: «Es pura adrenalina lo que se siente. Es un gran sacrificio de todos, pero estos premios son el resultado del esfuerzo conjunto de cada integrante de Yaguareté. Gracias a todos».