“Nos mandaron a hacer presencia en la División Comando Radioeléctrico Zona Oeste, informando que el personal policial tenía un inconveniente con unos menores de edad”, explicó la oficial. Al llegar al lugar, se encontró con una niña de 13 años sosteniendo a su hermana recién nacida en brazos. La oficial notó que la menor parecía tener un cierto grado de inmadurez y retraso madurativo.
Al constatar que la madre de las niñas llevaba varias horas ausente, y ante la imposibilidad de dejar a la menor con una discapacidad al cuidado del bebé, Castillo tomó la decisión de llevar a ambas a la dependencia policial. Fue entonces cuando, al ver al bebé llorando desesperadamente por hambre, Agustina, quien aún se encuentra en periodo de lactancia, no dudó en amamantarlo.
“Como madre, me di cuenta de que el bebé necesitaba alimentarse, así que lo amamanté en el móvil policial hasta llegar a la comisaría de la mujer”, relató Castillo. El bebé, prendido al pecho con desesperación, tomó durante aproximadamente una hora, saciando su hambre extrema.
Sin embargo, la solidaridad de la oficial no se detuvo allí. Al llegar a la comisaría, notó que la niña tenía la ropa mojada, por lo que junto con su chofer emprendieron la búsqueda de pañales por los locales comerciales y farmacias de la zona, incluso en plena madrugada.
“Comenzamos a recorrer locales comerciales, farmacias, a los fines de conseguir un paquete de pañales. No conseguíamos por ningún lado, eran ya, creo, las 00 de la noche”, mencionó Castillo. La situación, que comenzó como una tarea policial rutinaria, se transformó en un acto de solidaridad y empatía por parte de la oficial, recordándole el cuidado y atención que una madre brinda a su propia hija.
Fuente MOL