Esta operación conjunta fue respaldada por decenas de vehículos y dos helicópteros. La gran cantidad de drogas confiscadas corresponde a la destrucción de 259 hectáreas de cultivos de Cannabis sativa, 46 toneladas de marihuana prensada y 580 kilogramos de semillas de la planta.

Además de la incautación de estupefacientes, las autoridades también llevaron a cabo la demolición de 108 campamentos clandestinos utilizados por grupos delictivos para la preparación y distribución de drogas. Según los informes de seguridad, una parte significativa de la marihuana decomisada estaba destinada a abastecer a organizaciones criminales brasileñas, con un valor estimado de hasta US$120 millones en el mercado ilícito.

El problema del narcotráfico también tiene un impacto ambiental considerable, ya que los delincuentes suelen deforestar vastas áreas de bosques nativos para cultivar marihuana en el país vecino.

Ante esta situación, SENAD y PF están buscando soluciones para contrarrestar este problema. Una de las estrategias implementadas es la siembra de semillas de árboles en los terrenos donde se erradican los cultivos de cannabis, una táctica que se utilizó en la última edición de la Operación Nueva Alianza.

Esta técnica, conocida como «transmisión», implica la siembra de semillas de especies como lapacho, petereby, kurupay, ybyraro, timbó, guajayvi, entre otras, suministradas por el Instituto Nacional de Bosques (Infona). Este enfoque busca no solo combatir el narcotráfico, sino también contribuir a la restauración y conservación de los ecosistemas naturales en la región.

Fuente Gdia