Iguazú (LaVozDeCataratas) La tendencia a la baja en la natalidad es una realidad cada vez más evidente en nuestra sociedad. Un número creciente de jóvenes, especialmente aquellos en sus 30 años, están optando por no tener hijos, citando razones económicas, sociales y personales.
Armando, un joven de 32 años, compartió su perspectiva con LaVozDeCataratas. «Traer una criatura al mundo hoy es bastante complicado. El costo mensual asciende a 200 mil pesos, y eso sin contar que se puede enfermar y hay que comprar remedios», explicó. Sus palabras reflejan una preocupación común entre su generación, que enfrenta desafíos significativos en términos de estabilidad económica y calidad de vida.
El costo de criar a un hijo ha aumentado considerablemente en los últimos años. Entre gastos de alimentación, educación, salud y actividades extracurriculares, el presupuesto familiar se ve seriamente afectado. Armando no es el único que se siente abrumado por estos gastos; muchos jóvenes consideran que no pueden permitirse el lujo de formar una familia en las condiciones actuales.
Además de las preocupaciones económicas, hay un cambio notable en las prioridades y estilos de vida de las nuevas generaciones. Muchos jóvenes buscan primero alcanzar metas personales y profesionales antes de considerar la posibilidad de tener hijos. La estabilidad laboral y la realización personal son factores que pesan más en las decisiones de vida de esta generación, » queremos tener nuestro propia casa, ya logramos una estabilidad laboral, estamos pensando, queremos poder brindarle al niño las condiciones necesarias, sé que nuestros padres estarán ahí para ayudarnos» comentó Laura.
La búsqueda de un equilibrio entre la vida laboral y personal también juega un papel crucial. La generación actual valora la libertad y la flexibilidad, lo que a menudo se ve comprometido con la llegada de un hijo. La idea de dedicar tiempo y recursos a uno mismo y a las experiencias de vida sin las responsabilidades adicionales de la paternidad es cada vez más atractiva.
La baja natalidad tiene implicaciones significativas para la sociedad en su conjunto. A medida que la tasa de natalidad disminuye, la estructura demográfica cambia, lo que puede afectar a los sistemas de pensiones y salud pública. Los gobiernos y las instituciones deben considerar políticas que apoyen a las familias y aborden los desafíos económicos que enfrentan los jóvenes.
En un intento por revertir la tendencia global de disminución de las tasas de natalidad, varios países han adoptado estrategias innovadoras, desde incentivos financieros hasta medallas y subsidios a vehículos. Sin embargo, expertos en demografía aseguran que ningún país parece haber encontrado una solución sostenible.
La decisión de tener hijos es profundamente personal y multifacética, influenciada por una combinación de factores económicos, sociales y personales. La historia de Armando es solo un reflejo de una tendencia más amplia que está remodelando nuestra sociedad. Para abordar la baja natalidad, es esencial comprender y responder a las preocupaciones y necesidades de las nuevas generaciones, asegurando que las familias tengan el apoyo necesario para prosperar en el mundo actual.
Ilustración: Alfredo Sabat