En el país del mate: denuncian una invasión de termos “truchos” y contaminantes

Stanley y Lumilagro alertaron sobre el masivo ingreso de productos con la marca pirateada y que están fabricados con un tipo de acero tóxico; la mercadería es importada desde China y llega al país vía Bolivia. La elección de la Argentina como destino de los termos truchos no es casual. La Argentina, Uruguay y el sur del Brasil son los mercados que lideran el uso de este tipo de productos, con una penetración en los hogares desproporcionada con los promedios de otras regiones.

Iguazú (LaVozDeCataratas)  Las dos empresas que dominan la venta de termos en el mercado argentino denunciaron una invasión de termos “truchos”, que son importados desde China e ingresan en forma ilegal en la Argentina principalmente vía Bolivia. La fabricante nacional Lumilagro y la firma local Grupo Mendizabal -que tiene la licencia de Stanley para el mercado argentino- alertaron sobre una masiva entrada de termos falsificados que son producidos en China y que no solo violan la ley de patentes de marcas -en su inmensa mayoría son Stanley falsificados- sino que también ponen en peligro la salud de los consumidores ya que están fabricados con un acero que puede contaminar el líquido que conservan en su envase.

Los termos pirateados que se están vendiendo en forma masiva en locales del barrio de Once y otras zonas del área metropolitana son fabricados en China con acero inoxidable -en el mejor de los casos- que no es material apto para el contacto con alimentos y bebidas. En la mayoría de los casos se trata de productos que se comercializan con la marca Stanley, que se convirtió en un varadero ícono de consumo para muchos hogares argentinos, y la mejor forma de identificarlos es el precio. Un termo original de Stanley no baja de los $100.000, mientras que los truchos se pueden conseguir por $20.000 o $25.000.

Los termos truchos se fabrican en China y las empresas advierten que según los análisis a los que someten a los productos incautados, no cumplen con las normas de seguridad alimentaria y la obligación de ser fabricados con el acero 304 que contienen níquel en su fórmula. Para asegurar la inocuidad de los envases metálicos, los termos no deben contener más de 1% de impurezas constituidas por plomo, arsénico, cadmio, mercurio, antimonio y cobre considerados en su conjunto, según los parámetro fijados por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat).

“Como el níquel es costoso, los termos ilegales usan materia prima no adecuada, que tienen un valor en el mercado de unas diez a quince veces menos. Este acero ‘tóxico’ contiene materiales contaminantes en valores mayores a los permitidos, como plomo, cobre, arsénico y azufre, entre otros, que se transmiten por las altas temperaturas o por la acidez de los líquidos”, explican en el grupo Mendizabal.

El circuito comercial de los productos fabricados en China es complejo. En la mayoría de los casos, la mercadería ingresa al continente a través de la zona franca de Iquique, en el norte de Chile. De ahí pasa a Bolivia y su destino final es el mercado argentino, aunque también hay partidas que terminan en el sur de Brasil, otra región con una alta penetración en el uso de termos y el consumo de mate.

“Se da la paradoja de que el año pasado Bolivia importó casi 4 millones de unidades de termo de acero para una población de apenas 13 millones y en las que no se toma mate”, explicaron en Lumilagro. “Y el precio al que ingresa también es llamativo. Cada termo ingresa a un valor de 61 centavos de dólar”.

La elección de la Argentina como destino de los termos truchos no es casual. La Argentina, Uruguay y el sur del Brasil son los mercados que lideran el uso de este tipo de productos, con una penetración en los hogares desproporcionada con los promedios de otras regiones.

En la Argentina se venden cerca más de 4 millones de termos a nivel anual y el mercado está liderada por Lumilagro, que controla cerca del 60% del mercado, mientras que los productos importados históricamente representaron un 30% del negocio y el otro 10% se distribuyó entre Peabody y otras marcas más chicas. En el sector siempre se jactaron de sobrellevar mejor las crisis que otros rubros, porque aún en tiempos de baja del consumo, la yerba y los termos soportan mejor las recesiones. “Cuando hay ‘malaria’, lamentablemente gente toma más mate para sobrellevar el hambre”, explican en el sector. Sin embargo, esta regla se terminó de caer con la crisis actual.

“Nosotros históricamente estábamos vendiendo un promedio de 3,5 millones de termos al año y para este año no creo que lleguemos a los 1,5 millones. Y esta caída la atribuimos más al contrabando que a la recesión”, explican en Lumilagro, que es paradójicamente la marca más golpeada por la competencia de los Stanley truchos, ya que participan en una franja de precios más parecida: los Lumilagro de acero rondan los $50.000 contra los $100.000 del Stanley original y los $25.000 de la versión pirata.

Fuente: La Nación

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