Iguazú (LaVozDeCataratas) Los adolescentes argentinos tienen vía libre para invertir en el mercado de capitales a partir de los 13 años. A través de una resolución general, la Comisión Nacional de Valores (CNV) autorizó a los menores a comprar y vender acciones, bonos y otros títulos financieros. El organismo oficial sostiene que la medida busca “promover diferentes herramientas e instrumentos que faciliten el acceso de los jóvenes al sistema financiero; así como también fomentar el ahorro e impulsar la educación financiera desde edades tempranas”. Psicólogas, docentes y expertos en ciudadanía digital y consumos problemáticos cuestionan la medida por ser “sumamente desacertada”, por fomentar la ludopatía o la dependencia emocional de los riesgos financieron en un contexto de creciente adicción a las apuestas online y a una edad en la que no se tiene la madurez necesaria para gestionar las consecuencias.

Los adolescentes deberán contar con la autorización paterna para poder invertir en la bolsa, según establece la resolución. Los dueños de las empresas financieras celebraron la noticia. “Desde los 13 años se va a poder abrir una cuenta en Cocos Capital para comprar bonos argentinos sin pagar comisiones. Vamos a tener que redoblar esfuerzos en lo que estamos haciendo de educación financiera para menores. ¡Gran noticia para Argentina!”, escribió el fundador de Cocos, Ariel Sbdar, en la red social X. El jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Macri, anunció que se incluirán programas de educación financiera en las escuelas secundarias porteñas a partir de 2025.

El Defensor subraya que habilitar que los adolescentes inviertan en el mercado de valores “puede exacerbar problemas de autocontrol, generar expectativas poco realistas sobre la obtención de dinero rápido y promover conductas de riesgo”. Martello agrega que la adolescencia es una etapa donde el cerebro todavía está en desarrollo, especialmente en las áreas relacionadas con la toma de decisiones y la evaluación de riesgos. “La exposición temprana a este tipo de actividad, que puede parecer similar a las apuestas, podría fomentar la ludopatía o la dependencia emocional en la toma de riesgos financieros, sin la madurez necesaria para gestionar las consecuencias. Esto alentaría una mentalidad de juego continuo, confundiendo inversión y especulación irresponsable”.