Ni los peluches se salvan: se llevaron un osito y pasearon con él por la ciudad

Vecinos del Barrio Andresito, en la zona de la calle Orquídeas, expresaron su profundo malestar ante una ola de hurtos reiterados y la invasión constante a la propiedad privada por parte de personas adictas que, según denuncian, actúan con total impunidad. Las imágenes de cámaras de seguridad confirman el relato y muestran a los implicados desplazándose tranquilamente por zonas transitadas, sin ningún tipo de resguardo ni consecuencia aparente.

Iguazú (LaVozDeCataratas) Una de las vecinas relató a LaVozDeCataratas un hecho que ocurrió el pasado viernes, cuando una mujer identificada como Karina, junto a un hombre, robó un oso de peluche del interior de una vivienda. El objeto tenía alto valor sentimental, más allá de su costo económico.

«Queríamos compartir esta situación porque estamos cansados. Los vecinos ya no sabemos qué hacer. Estas personas entran a las casas como si nada. El viernes robaron un oso de peluche, algo que puede parecer insignificante, pero que tenía un enorme valor emocional para mi inquilina. Luego los vimos paseando por la Victoria Aguirre con el oso, como si nada. Es indignante la impunidad con la que se manejan», expresó.

Las imágenes de cámaras de seguridad confirman el relato y muestran a los implicados desplazándose tranquilamente por zonas transitadas, sin ningún tipo de resguardo ni consecuencia aparente.

Los vecinos advierten que estos casos no son aislados, y que desde hace meses vienen sufriendo robos menores, ingresos forzados a patios, hurtos de ropa, bicicletas y objetos personales, muchas veces protagonizados por personas con problemas de adicción. Si bien los delitos son excarcelables, aseguran que la situación ya se volvió insoportable.

«No es solo el valor del objeto, es la impotencia. Ver que entran, que roban, que los reconocemos y que nadie hace nada. La impunidad con la que se manejan es total», remarcaron.

Mientras tanto, la sensación de inseguridad crece, y el barrio exige respuestas urgentes para frenar una situación que, aseguran, «ya no tiene límites».

Lo lamentamos. No hay nada que mostrar aún.

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