Iguazú (Kelly Ferreyra) Cada fin de semana largo o temporada alta, el cruce fronterizo del Puente Internacional Tancredo Neves, que une Iguazú con Foz do Iguaçu, se convierte en un verdadero calvario para quienes intentan cruzar. Las filas de vehículos se extienden por kilómetros sobre la Ruta Nacional 12, con esperas que superan las cinco horas bajo el sol, la lluvia o el frío.
A pesar de las reiteradas quejas y promesas de mejoras, el sistema de control migratorio y aduanero sigue siendo el mismo de siempre: lento, desbordado y sin personal suficiente. Los turistas, atraídos por las compras en el Duty Free y en las ciudades vecinas, se encuentran con una experiencia que dista mucho de ser placentera.
Los reclamos se repiten año tras año, pero las soluciones no llegan. Mientras tanto, las autoridades parecen conformarse con arreglos menores, como la mejora de los baños en la zona, sin abordar el verdadero problema de fondo. La falta de inversión en infraestructura y personal adecuado mantiene a este paso fronterizo en una situación crítica, afectando no solo al turismo, sino también a la vida cotidiana de los habitantes de la región.
Es hora de que las promesas se traduzcan en acciones concretas. El Puente Tancredo Neves necesita una solución integral y urgente para dejar de ser un obstáculo y convertirse en una verdadera puerta de entrada entre dos países.
Kelly Ferreyra, Periodista. CEO LaVozDeCataratas