50 años de la escuela Nº 164: Ana Moreira de Cañete: “la construimos entre el monte y con amor”

Ana Moreira de Cañete, la primera directora, recordó los inicios de la institución que nació con esfuerzo, entre el monte, con 58 alumnos y sin agua potable. Hoy, la Escuela General Manuel Belgrano es una referencia educativa en Iguazú. El acto de hoy no fue solo una celebración. Fue un homenaje a quienes sembraron educación, compromiso y comunidad en medio del monte, y construyeron, ladrillo a ladrillo

 Iguazú (LaVozDeCataratas) En una ceremonia realizada esta mañana, la Escuela N.º 164 “General Manuel Belgrano” celebró su 50 aniversario. Entre anécdotas, fotos y recuerdos, una figura fue central en el “túnel del tiempo”: Ana de Lina Moreira de Cañete, la primera directora de la institución, quien compartió con emoción los primeros pasos de lo que hoy es una comunidad educativa consolidada y en permanente crecimiento.

En conversación con LaVozDeCataratas Ana recordó “La escuela nació el 12 de junio de 1975, pero se inauguró oficialmente el 23 de junio de 1976. Al principio se llamaba Escuela N.º 275 y funcionaba donde hoy está el Hospital Turístico, sobre la avenida San Martín”, quien llegó como maestra titular y directora organizadora.

«Eran apenas dos docentes y 58 alumnos cuando comenzamos, con un anafe  como cocina, sin agua potable y rodeados de monte. La Municipalidad nos llevaba el agua en un tractor para la limpieza. Para que los chicos pudieran tomar, acarreábamos del pozo de una vecina. Teníamos copa de leche, letrinas de baño, bancos que nos donaban de otras escuelas, y los chicos  jugaban en el monte”, narró con ternura.

Ana fue directora desde los cimientos, tanto en sentido literal como simbólico. A lo largo de los años, vivió los vaivenes de la construcción del edificio definitivo: licitaciones fallidas, obras paralizadas y empresas quebradas. Hasta que en 1987, gracias a la decisión del entonces gobernador Barrios Arrechea, se inauguró la escuela nueva, con ocho aulas, galerías internas y perforación de agua.

“Me jubilé en 1992, después de 17 años. Fui parte de toda la evolución. Vi cómo los chicos que comenzaron en esas condiciones hoy son jueces, profesionales, funcionarios públicos. Me llena de orgullo”, expresó.

Ana también recordó a quienes formaron parte de esa primera etapa: las maestras, los primeros auxiliares, las familias que colaboraron, y a quienes luego se incorporaron cuando la escuela creció. “Siempre nos preocupamos porque los chicos salgan lo mejor preparados. Esa fue nuestra mayor responsabilidad y satisfacción.”

Antes de despedirse, dejó un mensaje para los actuales docentes y directivos: “Solo les deseo lo mejor. Que sientan que esta casa de estudios es su segunda casa. Cuando uno tiene sentido de pertenencia, enseña con el corazón. Y cada alumno que vuelve o se destaca, demuestra que el esfuerzo valió la pena.”

El acto de hoy no fue solo una celebración. Fue un homenaje a quienes sembraron educación, compromiso y comunidad en medio del monte, y construyeron, ladrillo a ladrillo, una historia que sigue creciendo.

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