El yaguareté, guardián de la selva misionera: un llamado a redoblar esfuerzos

El gran felino americano no solo simboliza nuestra biodiversidad, sino que es un termómetro del estado de salud de los bosques y de los servicios ecosistémicos que sustentan la vida. Sigamos trabajando unidos: cuando cuidamos al yaguareté, cuidamos a las personas y garantizamos el legado de la selva misionera para las generaciones venideras.

Iguazú (LaVozDeCataratas) El yaguareté (Panthera onca) encarna el patrimonio natural y cultural del Gran Chaco, las yungas y la selva misionera, y su conservación trasciende la protección de una especie amenazada: implica resguardar paisajes enteros, garantizar agua limpia, suelos fértiles y el equilibrio climático.

Desde hace más de veinte años, Fundación Vida Silvestre Argentina, en alianza con comunidades, gobiernos e instituciones científicas, trabaja por recuperar y mantener poblaciones viables de yaguaretés. Bajo la premisa de “donde hay yaguaretés, hay selva; y donde hay selva, hay futuro”, la organización promueve acciones que van desde la restauración de bosques y el monitoreo tecnológico hasta la capacitación y el apoyo a colonos para mitigar conflictos con el felino.

Un reciente sondeo de opinión revela que 9 de cada 10 argentinos consideran al yaguareté el símbolo silvestre más representativo del país, consciente de que su desaparición sería irreparable para el equilibrio ecológico. Sin embargo, el último monitoreo poblacional muestra una leve disminución tras años de recuperación, lo que exige redoblar compromisos: reforzar el control del furtivismo, evitar atropellamientos y conservar corredores binacionales con Brasil, Paraguay y Bolivia.

En el plano local, el trabajo conjunto entre Fundación Vida Silvestre, el Ministerio de Ecología, organismos provinciales y municipios ha permitido acciones emblemáticas, como la instalación de cámaras trampa, planes de restauración de hábitat y programas de educación ambiental en escuelas y comunidades guaraníes. Además, se asiste a productores para prevenir la depredación de ganado sin dañar al yaguareté.

Aunque los desafíos persisten—deforestación, caza ilegal y fragmentación de bosques—la trayectoria de conservación demuestra un camino firme de avances y aprendizajes. La protección del yaguareté es, en definitiva, la protección de nuestra identidad, nuestra salud y nuestro porvenir.

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