Iguazú (LaVozDeCataratas) Cuando la noche cae y muchos se refugian en sus hogares, Romina Báez sale con viandas calientes, mantas y una sonrisa sincera. En su auto, junto a su hija de 14 años, recorre las calles de Iguazú buscando tender una mano a quienes no tienen dónde dormir ni qué comer. Lo hace desde su casa, con lo poco que tiene, con mucho amor y con una convicción que emociona: “Si nos unimos, aunque sea una vez por semana, podemos hacer la diferencia.”
Romina ya organizó dos cenas: la primera alcanzó para 37 personas, y la segunda para 14. Reparte donde ve más necesidad: en las inmediaciones del centro, cerca de la frontera, o en rincones donde la oscuridad se mezcla con la indiferencia. “Una noche volvimos a casa y mi hija me preguntó por qué no podía darle algo de comer a un hombre que estaba solo, con una manta y había pedido comida. Yo no había cenado tampoco. Pero sus palabras me hicieron pensar. Me dijo: ‘Mamá, no sabés qué pasó en su infancia, por qué está en la calle…’ Y tenía razón”, cuenta, conmovida.
Ahora, busca ayuda para seguir. Armó un grupo de WhatsApp donde coordina donaciones: alimentos no perecederos, ropa de abrigo, mantas, viandas térmicas, lo que sea útil para acompañar al menos dos veces por semana a quienes más lo necesitan. “No puedo ayudar todos los días, pero sí una o dos veces a la semana. Y si nos juntamos muchos, podemos hacerlo mejor. Tengo auto, tengo ganas, y sobre todo tengo fe en la solidaridad de mi ciudad”, afirma.
Romina no espera que todos puedan donar grandes cosas. Agradece lo que llegue: “No a todos nos da el bolsillo, pero si muchos pensamos igual, podemos lograr algo grande”.
Quienes deseen colaborar, con alimentos, ropa o simplemente sumarse al equipo, pueden contactarla directamente o sumarse al grupo solidario que armó en WhatsApp 54 9 3757 678828. Porque en Iguazú, cuando la solidaridad se enciende, el frío se vuelve más llevadero y el guiso en una olla grande puede significar muchísimo más que una cena.