Iguazú (LaVozDeCataratas) La leyenda habla de la angustia que experimentaba la comunidad ante esta cruel tradición impuesta por la serpiente. La elección recaían sobre la joven que debía ser ofrecida como tributo, un acto desgarrador que llenaba de tristeza a todos los corazones.
Sin embargo, la leyenda toma un giro inesperado cuando una valiente doncella, harta de la opresión de Boi, decidió desafiar la norma establecida. En lugar de someterse al destino trágico que le esperaba, la joven se lanzó al río por voluntad propia, desafiando a la malévola serpiente.
El acto valiente de la doncella desató la ira de Boi, quien, furiosa ante la resistencia, se enroscó en sí misma y dio un salto espectacular desde las alturas, creando así uno de los saltos más imponentes de las Cataratas del Iguazú. La cascada formada por el salto de Boi, además de ser un tributo a la valentía de la doncella, se convirtió en un símbolo de libertad y resistencia para la comunidad indígena.
Desde entonces, la leyenda de la Serpiente Boi y el salto impresionante ha sido transmitida de generación en generación, recordando a todos que, incluso en medio de la adversidad, la valentía y la resistencia pueden dar origen a maravillas inesperadas. Las Cataratas del Iguazú, con su esplendor natural, son testigos eternos de esta leyenda que mezcla mitología, coraje y la belleza imponente de la naturaleza.
Tarobá. El cacique que se reveló contra Boi: Cada vez que se realizaba el ritual se convocaba a todas las tribus de la zona pero un año sucedió algo que iba a cambiar el curso de la historia para siempre.
Tarobá llegó al frente de su tribu para presenciar el ritual y, cuando conoció a la bella doncella que iba a ser sacrificada, se enamoró perdidamente. Así fue que Tarobá se reveló contra los ancianos de la tribu para tratar de convencerlos de que no sacrificaran a Naipí, la doncella, pero todos sus esfuerzos fueron en vano.
Naipí. La doncella que cautivó a Tarobá: La noche anterior al sacrificio, Tarobá decidió raptar a Naipí para escapar juntos. Navegaron por el río Iguazú con la canoa de Tarobá hasta que la serpiente Boi se enteró de lo sucedido.
Envuelta por un ataque de ira, la serpiente salió a buscarlos por su cauce de aguas caudalosas, hasta que finalmente los descubrió y cuando estuvo cerca, con total sigilo, encorvó su lomo y asestó un golpe estruendoso al río, con tanta fuerza que partió el río en dos. De esa manera se formaron las Cataratas, que terminaron atrapando a los enamorados.
Como si eso no fuese poco, la serpiente decidió separarlos para siempre. Boi convirtió a Tarobá en un árbol, justo encima de las cataratas y la caída de las aguas representan la cabellera de Naipí.
Tras este suceso, la serpiente Boi (Diosa del río Iguazú) volvió a sumergirse en la Garganta del Diablo, como es llamada la parte baja de las cataratas, y desde ahí vigila que los amantes no vuelvan a unirse jamás.