Daniel Salamone es la síntesis perfecta de un investigador apasionado por lo que hace. Casi sin límites, las quimeras transgénicas para nuevos animales que él creó en su mente brillante las enseña y transmite a sus alumnos con dedicación, por eso es considerado un mentor decidido en lograr lo que quiere, avanza. Su extensa carrera nace del riñón del sistema científico argentino -casi atrincherado en el campo de la Facultad Agronomía de la UBA-: investigación básica, becas y doctorados en el exterior, posdoctorados, y luego la búsqueda de inversiores para financiar sus proyectos científicos desde Argentina hacia el mundo. Algo -o todo- de su propia historia la quiere replicar para la ciencia nacional.
Médico veterinario recibido en la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador del Conicet, se doctoró en biotecnología y biomedicina en la Universidad de Massachusetts, Estados Unidos. Actualmente dirige el Laboratorio de Biotecnología Animal de la Facultad de Agronomía de la UBA, el centro neurálgico de su carrera donde mantuvo una extensa y sincera charla con Infobae.
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Sin mediar pregunta, Salamone disparó a Infobae, “invito a los científicos argentinos a transformar el conocimiento en inversión”, uno de sus postulados que repite como un mantra para enmarcar las decisiones que se deberán tomar sobre el sistema científico local. “Es insolayable para cualquier planificación que se emprenda en ciencia, el considerar que en la Argentina existe un 40% de pobreza que no para de crecer”, agregó.
Salamone señala que su visión está puesta en un nuevo modelo de hacer ciencia, pondera el Conicet como el organismo de investigación más prestigioso de Latinoamérica aunque asegura que está perdiendo la carrera en innovación y publicación de papers frente a otros países de la región. “Nos pasó Chile y Colombia en estos dos campos”.
Startups made in Argentina
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El universo científico que imagina Salamone incluye a la ciencia básica, pero apuesta con fuerza a la innovación, un área que considera una cuenta pendiente en nuestro país, por eso se inclina por un formato que haga surgir startups made in Argentina, con científicos que no se aíslen en laboratorios y simposios, sino que establezcan vínculos con inversores para vehiculizar sus proyectos. Y volverlos hechos posibles y exitosos.
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El Conicet fue creado en 1958 y su primer director fue el Premio Nobel Bernardo A. Houssay. En la actualidad, cuenta con una planta de más de 28.000 personas, compuesta por 11.800 investigadores, más de 11.800 becarios de doctorado y postdoctorado, más de 2.900 técnicos y profesionales de apoyo a la investigación y 1.500 administrativos. El personal está distribuido en un entramado federal, desde la Antártida hasta Jujuy, ya que el Conicet cuenta con 16 Centros Científicos Tecnológicos (CCT), 10 Centros de Investigaciones y Transferencia (CIT), un Centro de Investigación Multidisciplinario y más de 300 institutos.
El flamante presidente Javier Milei convocó a Salamone para tomar el control y el liderazgo de esta prestigiosa institución científica.
En diálogo con Infobae, Salamone postuló que hay que “marcar un nuevo rumbo y que la ciencia también debe dedicarse a mejorar la situación en la que está el país, a favorecer la actividad productiva, y a impulsar la industria del conocimiento y generar valor agregado. No se trata de sacar científicos, sino de optimizar los sistemas de trabajo”.
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—Salamone, en su discurso se nota que usted valoró el trabajo mancomunado de la ciencia local durante la pandemia con las luces de los laboratorios prendidas las 24 horas. Hay una vacuna contra el COVID 100% Argentina, test diagnósticos, ensayos clínicos, mucho trabajo colaborativo y la sociedad argentina que lo valoró mucho. ¿Cómo será el abordaje y la gestión del sistema científico en este nuevo Gobierno?
—Intentaremos reducir la burocracia para todo. Los investigadores que trabajen y se esfuercen serán apoyados y acompañaremos a los becarios, que hoy están en una situación de precariedad, para que tengan beneficios extras. Tenemos que trabajar mucho porque estamos ante una sociedad devastada, con un 40% de pobres y no podemos darle la espalda. Todos tenemos que hacer nuestro aporte.
No podemos restringirnos a nuestros gustos científicos, debemos acompañar la situación del país, para salir adelante. Tenemos que dar a este nuevo gobierno la oportunidad, sin tratar de bloquear las decisiones, sino dar un período de prueba y evaluar los resultados.
Es cierto que en la Argentina durante la pandemia se hizo todo. Fue un verdadero trabajo mancomunado de los investigadores del Conicet, desde los kits de detección a los estudios sobre vacunación heteróloga para COVID-19 (dosis de distintas plataformas). Los investigadores del Conicet trabajaron duro y se lograron productos fundamentales para controlar la pandemia. En ese momento a todos nos daba miedo salir y ellos lo enfrentaron cerca de potenciales focos infecciosos e hicieron un gran aporte.
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—No cree usted que a la ciencia argentina siempre hay que explicarla y fundamentarla sobre por qué es tan vital para el desarrollo de un país. ¿En qué cree que se puede mejorar al Conicet en un país con un nivel científico tan alto y tan federal?
— Como institución que involucra a un número tan grande de personas, un buen porcentaje del Conicet tiene que dedicarse a mejorar la situación en la que estamos, a favorecer la actividad productiva, a relacionarse con la industria del conocimiento y agregar valor.
Ayer hablé con un ex alumno que fue parte del Conicet; y que creó una empresa dentro del organismo y que luego fue adquirida por una multinacional. En la conversación traté de involucrarlo para el futuro gobierno. Me da orgullo ver que pudo cumplir sus sueños, fue mi becario, hizo el doctorado y en menos de 10 años con un gran espíritu emprendedor logró sus objetivos.