Iguazú (LaVozDeCataratas) Teresita llegó a Iguazú desde El Palomar, Buenos Aires, hace ya 42 años, justo cuando se inauguraba el puente Tancredo Neves. Desde entonces, ha explorado varios oficios, pero la peluquería fue su elección definitiva. “Lo elegí por la cercanía con la gente, por la charla”, cuenta a LaVozDeCataratas, su voz reflejando el cariño que siente por su trabajo.
Entrar a su peluquería es como entrar a su casa. Fotos de sus nietos, de clientes, y de su hermano, Remo Busson, héroe de Malvinas, adornan las paredes junto a una estampita de San Cayetano. “Conozco a la abuela, a la madre, y a la hija, que en algún momento me visita con el nieto”, dice Teresita con una sonrisa. Y es que en su pequeño salón, las conversaciones fluyen tanto como los peinados: se habla de todo, desde el elixir para el crecimiento del pelo hasta la salud del abuelo o el hermano que estudia lejos.
Aunque Teresita es también agrimensora y profesora de biología, nunca ejerció esas profesiones. “Acá me visitan más varones que mujeres, aunque antes eran más las mujeres, sobre todo para recepciones o fiestas. Hoy el oficio cambió, hay otras modas, pero las peluqueras de barrio siempre estamos”, comenta, resaltando la esencia de su trabajo.
La cercanía con sus clientes le ha permitido estar presente en momentos clave de sus vidas. “Una vez, una cliente me dijo que empezaba a trabajar al día siguiente y necesitaba un corte. Le hice el corte y le dije que me pagara con su primer sueldo. Eso es estar en los momentos importantes”, recuerda.
A pesar de la situación económica actual, Teresita sigue adaptándose. “Hoy muchas tinturas se hacen en casa. Yo les digo que compren la cajita, sigan las instrucciones, y les quedará bien. También vienen con la tintura para que yo la aplique, y eso es más económico”, explica. Además, ofrece promociones especiales para familias porque, como ella misma dice, “hay que entender que no está fácil para todos”.
A lo largo de los años, Teresita ha visto crecer el barrio y ha sido testigo de cambios en Iguazú, pero su amor por la ciudad permanece intacto. “Volvería a elegir Iguazú para vivir. Es un lugar tranquilo, donde ya estoy establecida. Conocí a la Reina Sofía de España paseando en alpargatas, y al Rey Juan Carlos, a quien le regalé un poncho. Esas cosas solo pasan acá y son recuerdos que quedan”, concluye con un brillo en los ojos, mientras se prepara para recibir a su próximo cliente.