Iguazú (LaVozDeCataratas- Kelly Ferreyra) Con la llegada del correo electrónico, esos tiempos se aceleraron. Durante una o dos décadas, los e-mails fueron la revolución de la inmediatez, una herramienta poderosa para el trabajo, la educación y las relaciones personales. Sin embargo, en el presente, incluso el correo electrónico ha perdido protagonismo frente a nuevas formas de comunicación más fugaces, como los mensajes instantáneos, los audios y los chats generados por inteligencia artificial.
Cada 7 de abril se celebra el Día del Servicio Postal en Argentina, una fecha que invita a reflexionar sobre los cambios profundos en la forma en que las personas se comunican y se conectan, especialmente en tiempos donde la tecnología avanza a pasos agigantados y la inteligencia artificial redefine los vínculos.
Hoy, en muchos ámbitos, ya ni siquiera escribimos nosotros mismos los mensajes. Utilizamos asistentes virtuales, herramientas que redactan textos completos, responden correos, proponen ideas y gestionan conversaciones. La inteligencia artificial ha traído eficacia y velocidad, pero también plantea un desafío emocional y humano: ¿qué espacio queda para lo auténtico, lo personal, lo imperfecto?
La comunicación se ha vuelto instantánea, pero también desechable. Es raro esperar un mensaje durante días, no hay tinta, ni papel, ni aroma. Las emociones se reemplazan por emojis, las pausas por respuestas automáticas, y los silencios por notificaciones constantes.
El correo que aún resiste:
A pesar de todo, el servicio postal sigue cumpliendo un rol esencial: en zonas rurales, en trámites formales, en el comercio electrónico, en las entregas logísticas que sostienen la economía diaria. También, cada tanto, en el envío de esa carta escrita a mano, ese gesto romántico y casi subversivo en tiempos de pantallas.
El Día del Servicio Postal nos recuerda que comunicar va más allá de la inmediatez. Que el acto de escribir, esperar, enviar, recibir y leer una carta o una nota física tiene un valor simbólico y afectivo que ni la mejor inteligencia artificial podrá replicar.
En una época donde todo sucede en un clic, tal vez sea tiempo de recuperar el arte de decir algo con intención, de volver a escribir por el simple hecho de conectar. Porque no hay algoritmo que reemplace el perfume de una carta.