Iguazú (LaVozDeCataratas) Lejos del imaginario tradicional de tareas policiales, esta dirección combina disciplina con sensibilidad ambiental. Son mujeres que caminan los montes, recorren ríos, inspeccionan industrias y rescatan animales silvestres atrapados en zonas urbanas, muchas veces víctimas del avance humano sobre la naturaleza. Están ahí donde pocos llegan, en el límite entre la ley y la biodiversidad, en operativos que buscan frenar la caza furtiva, la tala ilegal, el tráfico de fauna o los incendios provocados.
La Dirección trabaja de forma articulada con el Ministerio de Ecología de Misiones y otras instituciones, formando parte activa en investigaciones, sanciones y educación ambiental. Realizan patrullajes en zonas rurales y urbanas, fiscalizan empresas, controlan actividades extractivas, y cuando un mono, un yacaré o un ave aparece en plena ciudad, son ellas quienes llegan, actúan y devuelven al animal a su hábitat.
Además, se dedican a la prevención y concientización: visitan escuelas, organizan charlas, impulsan campañas. Porque entienden que cuidar el ambiente no es solo cuestión de sancionar, sino de educar, de hacer que la sociedad sienta como propia la responsabilidad de proteger el entorno.
En cada intervención hay técnica, pero también intuición. En cada rescate, un vínculo invisible con los ciclos de la naturaleza. Estas mujeres no solo aplican la ley, la viven con empatía. Son testigos de la fragilidad del monte, del silencio que deja una trampa vacía, del vuelo de un ave que regresa libre al cielo misionero.
En un tiempo donde la crisis ambiental global exige respuestas urgentes, la Dirección de Defensa del Medio Ambiente actúa como una guardiana de la biodiversidad. Y en esa tarea, las mujeres que la integran no solo cuidan el ambiente: también inspiran, con su entrega y determinación, una nueva forma de ejercer la autoridad, desde la conciencia y la conexión con la tierra que habitamos.
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