La Aripuca: 23 años del sueño de Irma y Otto Waidelich

''La Aripuca'', abría sus puertas memorablemente el 15 de julio de 1998, dando la posibilidad a los turistas que visitan las Cataratas del Iguazú de conocer especies nativas de árboles centenarios a través de una puesta en escena que simula una trampa utilizada por los pueblos originarios de esta tierra.

Iguazú (LaVozDeCataratas)La Aripuca es un emprendimiento Agro-Eco-Turistico construido a base de árboles rescatados e inspirado en una típica trampa de los pueblos guaraníes. EL pasado 15 de julio cumplió 23 años desde su apertura al público, pero el trabajo de cuidado de las especies nativas, que es su motor, comenzó antes: «La Aripuca cumple 23 años desde la venta del primer ticket al primer turista, pero en realidad el trabajo de recolectar el material comenzó seis años antes» explicó a LaVozDeCataratas Otto Waidelich.

Rememorando fechas, Don Otto, recordó que el corazón del emprendimiento se gestó hace más de cuatro décadas «el origen de la Aripuca es mostrar y recuperar los árboles que ya no hay más. Con ese trabajo nosotros comenzamos hace 46 años, desde ese entonces estamos plantando especies nativas. Como cada vez quedaban menos especies para ver, decidimos hacer la muestra para intentar crear conciencia»

En el atractivo se impone la trampa con sus 17 metros de altura y mas de 500.000 Kgs de peso distribuido en 30 especies nativas de la Selva Misionera, muchos de ellos ejemplares centenarios, agrupados para mostrar lo que se está perdiendo a causa del desinterés y falta de preocupación por el cuidado del ambiente,  bajo la premisa de que como seres humanos «vamos a ser víctimas de nuestra propia trampa».

Los árboles expuestos fueron comprados en aserraderos donde estaban a punto de convertirse en tablones y desaparecer, junto con su historia, en muebles y otras aplicaciones. Otros se recuperaron de chacras donde habían sido tumbados por tormentas o estaban muertos de pie por la acción de un rayo o porque ya habían cumplido su ciclo vital. Ninguno fue extraído a propósito del emprendimiento.

Apadriná a un árbol:

Como parte de las propuestas para cuidar las especies nativas, La Aripuca trabaja desde hace algunos años con el Programa «Apadriná un árbol» que consiste en padrinos y madrinas de especies quienes aportan un dinero mensual en concepto de cuidados de un árbol.

«Si uno planta un árbol de 200 o 300 años, lo primero que tenés que pensar es que no lo vas a disfrutar vos, sino los que vienen. Lo que queremos lograr con eso es que el productor tenga un ingreso económico, que sea igual o mejor que tirar el árbol y plantar soja, tabaco o algún monocultivo. Es una opción para que los árboles nativos que necesitan un periodo largo para crecer, puedan tener una madrina o un padrino que los acompañe. Entonces el programa consiste en señalar árboles que ya tienen diez años de edad lo que permite ubicarlo geográficamente, numerarlos y obtener datos técnicos» describió Waidelich.

Actualmente cuentan con más de 1200 padrinos que se comprometen a aportar durante cinco años, con la posibilidad de renovar el contrato y ese dinero es invertido en otras formas de producción que genere ingresos a los dueños de los terrenos donde están los árboles, pero sin dañarlos como es la producción de miel.

«En vez de un subsidio lo que proponemos es una colaboración participativa desde distintas partes. Lo estamos haciendo, ya demostramos que funciona pero no podemos hacerlo solos, porque tenemos que cambiar un montón de conceptos productivos, tecnologías productivas y hasta conceptos legales, porque vos te imaginás que este proyecto tiene una visión a doscientos o trescientos años y no hay ninguna figura jurídica que te permita ese acompañamiento legal, entonces estamos gestionando algunas normas que cumplan con ese proyecto de sustentabilidad» lamentó Don Otto.

Para finalizar, llamó a otros sectores a pensar en proyectos sostenibles que incluyan como meta la protección de la selva misionera «Nos cuesta transmitir lo que es la esencia del programa porque la única forma de mantener en el tiempo es a través de las personas. Es necesario que se sumen las agencias, nuestros guías y hasta las autoridades, porque osino es un programa que queda trunco. No tenemos que ser solo nosotros, sino que deberían haber muchos predios en toda la provincia y hasta en Iguazú que protejan a nuestras especies».

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