Para muchos, en la jerga municipal trabajar en el cementerio es considerado un castigo, pero para Pereira, quien ingresó directamente al servicio, fue una oportunidad de contribuir desde el inicio: "Cuando entré, ya estaban los más antiguos: Muñoz, Lalo, Ubalda y la señora Susana, que era la jefa. Ingresé como pocero y ahora estoy como cortador de pasto".